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1 de octubre de 2012

No los confundan


el país¿Por qué hemos elegido a los peores para tomar decisiones fundamentales? Esa es la gran cuestión

Elvira Lindo /30 septiembre 2012

Entro en el hospital Gregorio Marañón a diario desde hace una semana. Es como entrar en una de aquellas ciudades cubiertas que aparecían en las series de ciencia ficción albergando la vida entera de un pueblo. Según van pasando los años, son más las plantas que he visitado, no como resultado de la mala suerte sino como consecuencia de la misma vida, en la que es casi imposible esquivar la enfermedad. En estos días de brutales cargas policiales y de inauditas declaraciones públicas, entre las que destacan la del ministro felicitando a la policía por su actuación y la de Ana Botella explicando con cara agria el dinero que les cuesta a los buenos madrileños que los malos se manifiesten, el Marañón encara cada jornada no ajeno a los recortes en sanidad. Los diferentes corchos que me voy encontrando en el camino a la planta en la que está mi padre dan cuenta de ello. Este espacio acotado es una metáfora total de lo que está sucediendo fuera.
Deseo aclarar que no amoldo mi experiencia de los últimos días al tamaño del artículo, sería imposible resumir aquí ese diálogo que escucho de pasada, esa imagen que me enternece o esa otra que me hace apartar la mirada. En cada escena que presencio percibo sombras de Valle Inclán, porque la gente es tan prodigiosa hablando que a veces parece que declama diálogos aprendidos. Ganas me dan de llevar un cuaderno y apuntar, por ejemplo, las palabras que F., un pequeño empresario que ha acabado viviendo en un albergue municipal, le dedica al pollo del Marañón: un pollo, nos dice con juicio de experto, que supere con creces al del Clínico. Desde esta silla de escay pienso en el Comidista: aquí hay tema. Aunque no me hace falta anotar lo que oigo, esos diálogos quedan a buen recaudo en el recuerdo y algún día tendrán una nueva vida en una ficción teatral, donde mejor se expresa la tragicomedia.

Pero como los personajes de ficción no deben ser marionetas al servicio de un mensaje, me he reservado para este espacio más prosaico algo que he venido pensando estos días. España está siendo contada y descrita en los últimos tiempos con bastante frecuencia en la prensa internacional. A menudo, la descripción del desastre económico que vivimos se limita a las actuaciones de la clase política y deja fuera a los trabajadores que están llevando el pesado trono de la crisis sobre sus hombros. Con frecuencia se percibe también una ironía indisimulada hacia los trabajadores del sur, que si la fiesta, que si la siesta, que si la inevitable haraganería que tienen que pagar los hacendosos del norte. Pero no vendría mal que los corresponsales pasaran alguna jornada en esta mole hospitalaria. El Gregorio Mogollón, como así se le nombra añadiéndole un apellido castizo a un edificio que ya lo es, es bullicioso, superpoblado, de una decrepitud setentera en su mobiliario que lo hace destartalado y poco funcional. Pero entre estos pasillos que han visto tantas recuperaciones como caídas definitivas se mueven limpiadoras, doctores, enfermeras, camilleros y demás personal hospitalario con una eficiencia a prueba de recortes. A menudo los enfermos florecen, les suben chapetas de color al rostro, mientras al personal sanitario se le dibujan las huellas del cansancio según avanza la jornada. Dan ganas de invitar a alguna enfermera a que se eche un rato en una camilla y ofrecerse, como familiar agradecido, a llevarle un vaso de leche y echar la persiana.

Dan ganas de gritar que no confundan a la clase dirigente con la que se desvela por sacar vidas de los nuestros a flote
Pero, ante todo, dan ganas de gritar, de pedir que no confundan a esa clase dirigente que en un porcentaje elevadísimo ha prevaricado, participado en corruptelas, favorecido a los suyos o esquilmado el país, con esta otra que cada vez con sueldos más bajos se desvela por sacar las vidas de los nuestros a flote. No es demagogia, es la pura verdad. No confundan a estos con aquellos: son del mismo país, pero unos no se merecen a los otros como compatriotas. Mientras la clase política no reacciona y sigue sujeta a su sistema de privilegios, hay quien mantiene, a cambio de muy poco, su vocación, porque vocación tiene que ser hacer el trabajo con tanto amor propio. Hay que negarse a ser estigmatizado por lo que hizo o hace una parte de la población; que el problema de España es su clase dirigente tiene que ser un clamor para que no confundan a unos con los otros. De vez en cuando surge la voz de algún experto que advierte del peligro de demonizar a los políticos, no vaya a ser que acabemos alentando el resurgir de un salvapatrias. ¿Qué hacer entonces, quedarse callados y en casa para que a la alcaldesa Ana Botella no se le descabalgue el presupuesto con las manifestaciones?
Al contrario, creo que hay que nombrar una y otra vez a todos aquellos trabajadores que proporcionan a los demás el bienestar que esta política nos está quitando. Porque son mayoría. Están mal pagados, cumplen sobradamente su horario y despliegan una profesionalidad que emociona; si son jóvenes, no podrán plantearse tener hijos; si son gente madura, mantendrán a sus hijos hasta los treinta o más; si están a punto de jubilarse, saben que su vejez será ajustada. Hay que verlos trabajar para percibir que eso no merma su capacidad de entrega. ¿Por qué hemos elegido a los peores para tomar decisiones fundamentales? Esa es la gran cuestión.
Mientras la clase política no reacciona y sigue sujeta a su sistema de privilegios, hay quien mantiene, a cambio de muy poco, su vocación 

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"La información ya no tiene relevancia"

Estos últimos años se han hecho públicas informaciones de todo tipo que deberían haber dañado la estructura del Sistema hasta sus mismísimos cimientos y sin embargo la maquinaria sigue intacta, sin ni tan solo un arañazo superficial. Y esto pone de manifiesto un hecho extremadamente preocupante que está sucediendo justo ante nuestras narices y al que nadie parece prestarle atención. El hecho de que SABER LA VERDAD YA NO IMPORTA.

Parece increíble, pero los acontecimientos lo demuestran a diario. La información ya no tiene relevancia.

Nuestro cerebro se ha convertido en un drogadicto de la información rápida, en un yonqui ávido de continuos chutes de datos que ingerir, a poder ser pensados y analizados por cualquier otro cerebro, para no tener que hacer el esfuerzo de fabricarnos una compleja y contradictoria opinión propia. Porque odiamos la duda, pues nos obliga a pensar, ya no queremos hacernos preguntas, solo queremos respuestas rápidas y fáciles. Somos y queremos ser antenas receptoras y replicadoras de información, como meros espejos que rebotan imágenes externas, pero los espejos son planos y no albergan más vida en ellos que la que reflejan proviniendo del exterior.

Para emprender una transformación profunda de nuestro mundo, para iniciar una auténtica Revolución que lo cambie todo y nos lleve a una realidad mejor, deberemos descender hasta las profundidades de nuestra psique, hasta la sala de máquinas, donde están en marcha todos los mecanismos que determinan nuestras acciones y movimientos. Ahí es donde se está dirimiendo la auténtica guerra por el futuro de la humanidad. Nadie nos salvará desde un púlpito con brillantes proclamas y promesas de una sociedad más justa y equitativa, nadie nos salvará sólo contándonos la supuesta verdad, ni desvelando los más oscuros secretos de los poderes en la sombra.

Es pura lógica: No hay revolución posible sin una transformación profunda de nuestra psique a nivel individual, porque nuestra mente está programada por el Sistema. Y por lo tanto, para cambiar ese Sistema que nos aprisiona, antes debemos desinstalarlo de nuestra mente.

http://economiazero.com/por-que-estalla-una-revolucion/

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-- Plataforma en Defensa de la Libertad de Información --

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La Ley es todo. Nuestras leyes nos retratan y definen lo que somos en convivencia

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En el año 1985 un drástico cambio legislativo atribuyó al Parlamento la elección de todos los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)

--- Las empresas del IBEX35 bajo lupa ---

El paro y la precariedad no son problemas individuales, son problemas colectivos

-- Jean Ziegler - Vicepresidente de la ONU --

“No puede ser que en un planeta con los recursos agroalimentarios suficientes para alimentar al doble de la población mundial actual, haya casi una quinta parte de sus habitantes sufriendo infraalimentación”.

“La hambruna ya es una realidad en las banlieues parisinas y el pueblo español también está sufriendo la pobreza, como el resto de Europa”.

Los teóricos del neoliberalismo, “nos han hecho creer que hoy en día la austeridad es la única política posible, pero sólo se aplica a la clase trabajadora y nunca a los banqueros.

El neoliberalismo delictivo, “se cura con política”.

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-- Compromiso de todos --

-- Olivier de Schutter - Relator de la ONU --

“Con la comida que se tira podrían alimentarse 2.000 millones de personas”

”La mitad del cereal producido en el planeta es para satisfacer la demanda de consumo de carne. Hay un sobreconsumo de carne absolutamente insostenible”

http://esmateria.com/2014/04/25/con-la-comida-que-se-tira-podrian-alimentarse-2-000-millones-de-personas/

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-- El beneficio de los alimentos naturales --

*** Parada obligatoria ***