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7 de octubre de 2012

Que España no siga el camino... de España


 4/10/2012
España vista por The Economist al comienzo de la crisis.De un tiempo a esta parte nadie quiere acabar como España. No quiere Romney, que nos puso como ejemplo de mal camino; no quería Sarkozy, que usó repetidas veces el desastre económico español en su pulso con Hollande; tampoco el presidente ecuatoriano Correa, que justificó su reforma hipotecaria en el objetivo de no terminar hundidos por una burbuja como la española; ni la presidenta argentina Cristina Fernández, que en varias ocasiones ha ironizado sobre un destino, el español, que tanto recuerda al que sufrió su país hace una década.
Tampoco quieren seguir el camino de España muchos de nuestros vecinos al norte de los Pirineos, donde el horizonte griego que hasta hace meses se usaba para meter miedo y justificar recortes y reformas, ha sido sustituido por la imagen de una España tambaleante a la que nadie quiere parecerse ni de lejos.
Por no hablar de la prensa internacional, que repite hasta aburrir el juego de palabras “Pain in Spain”, y ha agotado ya todas las posibilidades del toro de Osborne como icono de la desgracia: el toro convertido en un saco de huesos, chamuscado, estoqueado sobre el ruedo, doblado sobre las patas delanteras, toreado por los mercados…
Lo de menos es el sonado reportaje del New York Times, actualizando la iconografía de una España solanesca que durante décadas había sido desplazada por la imagen de esa otra España moderna y orgullosa. Más allá de esas fotos (que retratan una realidad que por supuesto existe), es más grave ver cómo las mismas imágenes que hace años ilustraban informaciones admirativas, hoy acompañan las crónicas de la caída.

No hace tanto ocupábamos portadas y merecíamos reportajes por nuestras infraestructuras, nuestros edificios de arquitectos de relumbrón, nuestro boom inmobiliario que era la fórmula mágica del crecimiento sin fin, nuestras empresas a la conquista del mundo, nuestro escaparate brillante, nuestros artistas que triunfaban por todo el orbe, y nuestra oferta patrimonial, cultural, festiva y paisajística, que nos convertían en destino deseado para inversores y turistas por igual.
Hoy algunos medios sólo han tenido que reescribir el pie de foto, pero la imagen es exactamente la misma. Ha cambiado su significado: las infraestructuras que no podemos mantener, los edificios inconclusos o sin contenido, los miles de pisos devenidos activos tóxicos, los bancos quebrados, las empresas devaluadas y a merced de cualquier comprador, el escaparate apagado, la cultura arruinada, el patrimonio sin recursos, los museos sin presupuesto, el paisaje lleno de grúas paradas. Las imágenes del sueño español son hoy retratos de la pesadilla en la prensa internacional.
Y no sólo imágenes. Todo lo que hasta hace años era admirable hoy se convierte en una lección de lo que no debe hacerse. Lo que ayer era prestigioso hoy es reprobado. Incluso el rey, que hasta no hace nada merecía la atención de la prensa internacional como el bondadoso padre de una democracia joven y ambiciosa, hoy ve cómo esa misma prensa airea sus deslices, su fortuna y su decadencia. O la Transición, que se quiso exportar como modelo para cualquier país que salía de un conflicto, y que hoy empieza a ser vista como el pecado original de un sistema que hace agua.
Eso sucede en el extranjero, pero no nos vayamos tan lejos. En España también hay cada vez más gente que no quiere acabar como España. Ahí están los catalanes independentistas, cuya prisa por romper lazos sospecho que tiene mucho que ver con las señales de hundimiento que muestra España. No niego que haya un sentimiento independentista sincero, pero también supongo que en Cataluña (y en Euskadi) se extiende la convicción de que es más fácil reconstruirse ellos solos, levantarse de su propia ruina, que confiar en la reconstrucción de una España donde casi no queda un pilar que no esté dañado.
Y luego estamos los españoles que no tenemos de quién independizarnos, y que tachamos del calendario los días que faltan para un rescate que puede ser el tiro de gracia. Españoles que ya no tememos acabar como Grecia, sino como esa España que usa Romney de espantajo; españoles que no queremos que España siga el camino… de España. De esa España de la que huyen todos.
Más que nada porque ese camino no sólo pasa por la crisis, el paro, la deuda y la falta de horizonte, sino también por ciertos tics antidemocráticos que van asomando en los últimos meses; desde la criminalización de la disidencia a las apelaciones a la mayoría silenciosa; de los excesos policiales a la presencia cada vez mayor que tiene el Ejército en las portadas de periódico de un tiempo a esta parte (una salida de tono de una asociación de militares a cuenta de Cataluña; un homenaje a los caídos en África hace un siglo; el rey con uniforme, cualquier excusa es buena para colorear de caqui la portada últimamente).
Podemos sacar pecho, envolvernos en la bandera y denunciar una perversa campaña internacional contra una España que, en palabras de Cospedal, en realidad es “un modelo de recuperación económica”, aunque Romney no se haya enterado. Pero otros preferimos denunciar que, como sigamos por este camino, España corre el riesgo de acabar… como España. Ya me entienden.

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"La información ya no tiene relevancia"

Estos últimos años se han hecho públicas informaciones de todo tipo que deberían haber dañado la estructura del Sistema hasta sus mismísimos cimientos y sin embargo la maquinaria sigue intacta, sin ni tan solo un arañazo superficial. Y esto pone de manifiesto un hecho extremadamente preocupante que está sucediendo justo ante nuestras narices y al que nadie parece prestarle atención. El hecho de que SABER LA VERDAD YA NO IMPORTA.

Parece increíble, pero los acontecimientos lo demuestran a diario. La información ya no tiene relevancia.

Nuestro cerebro se ha convertido en un drogadicto de la información rápida, en un yonqui ávido de continuos chutes de datos que ingerir, a poder ser pensados y analizados por cualquier otro cerebro, para no tener que hacer el esfuerzo de fabricarnos una compleja y contradictoria opinión propia. Porque odiamos la duda, pues nos obliga a pensar, ya no queremos hacernos preguntas, solo queremos respuestas rápidas y fáciles. Somos y queremos ser antenas receptoras y replicadoras de información, como meros espejos que rebotan imágenes externas, pero los espejos son planos y no albergan más vida en ellos que la que reflejan proviniendo del exterior.

Para emprender una transformación profunda de nuestro mundo, para iniciar una auténtica Revolución que lo cambie todo y nos lleve a una realidad mejor, deberemos descender hasta las profundidades de nuestra psique, hasta la sala de máquinas, donde están en marcha todos los mecanismos que determinan nuestras acciones y movimientos. Ahí es donde se está dirimiendo la auténtica guerra por el futuro de la humanidad. Nadie nos salvará desde un púlpito con brillantes proclamas y promesas de una sociedad más justa y equitativa, nadie nos salvará sólo contándonos la supuesta verdad, ni desvelando los más oscuros secretos de los poderes en la sombra.

Es pura lógica: No hay revolución posible sin una transformación profunda de nuestra psique a nivel individual, porque nuestra mente está programada por el Sistema. Y por lo tanto, para cambiar ese Sistema que nos aprisiona, antes debemos desinstalarlo de nuestra mente.

http://economiazero.com/por-que-estalla-una-revolucion/

-- Todo lo que deberías saber sobre el Fracking --

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-- Plataforma en Defensa de la Libertad de Información --

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La Ley es todo. Nuestras leyes nos retratan y definen lo que somos en convivencia

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En el año 1985 un drástico cambio legislativo atribuyó al Parlamento la elección de todos los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)

--- Las empresas del IBEX35 bajo lupa ---

El paro y la precariedad no son problemas individuales, son problemas colectivos

-- Jean Ziegler - Vicepresidente de la ONU --

“No puede ser que en un planeta con los recursos agroalimentarios suficientes para alimentar al doble de la población mundial actual, haya casi una quinta parte de sus habitantes sufriendo infraalimentación”.

“La hambruna ya es una realidad en las banlieues parisinas y el pueblo español también está sufriendo la pobreza, como el resto de Europa”.

Los teóricos del neoliberalismo, “nos han hecho creer que hoy en día la austeridad es la única política posible, pero sólo se aplica a la clase trabajadora y nunca a los banqueros.

El neoliberalismo delictivo, “se cura con política”.

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-- Compromiso de todos --

-- Olivier de Schutter - Relator de la ONU --

“Con la comida que se tira podrían alimentarse 2.000 millones de personas”

”La mitad del cereal producido en el planeta es para satisfacer la demanda de consumo de carne. Hay un sobreconsumo de carne absolutamente insostenible”

http://esmateria.com/2014/04/25/con-la-comida-que-se-tira-podrian-alimentarse-2-000-millones-de-personas/

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-- El beneficio de los alimentos naturales --

*** Parada obligatoria ***