17 octubre 2012 – 18:59
Sin que sirva de precedente, tendríamos que aplaudir un artículo de El País. Podríamos halagar muchos, pero este es digno de alabanza por su valentía, virtud que escasea en casi todas las profesiones y particularmente en el periodismo, ya que un redactor nunca puede alegar ante su jefe
“eso no lo dije yo”. La columna de un periodista queda ahí, expuesta al escarnio público y a la crítica, pero también a la inspección corporativa del directivo de turno.
A veces me dicen con tono acusador: “en El País hay muchos textos buenos”, a lo que respondo, “por supuesto, ¿quién lo niega?”. Es evidente que los hay, pero la línea editorial y el sesgo neoliberal de la mayoría de la información no se exculpa por la excepción que en ocasiones rompe la norma.
La columna a la que me refiero se titula
“Los pobres”, y la escribe
Maruja Torres. ¡
Chapó por Maruja y su gruesa ironía! Nada de florituras o medias tintas, Maruja dispara una flecha envenenada desde su columna en El País directa a “los jefes”, pero no a los jefes así en general, sino a los directivos de El País y, por extensión, del grupo PRISA.
“No me digan nada de los trabajadores. Piensen en los jefes. Y en todo lo que han tenido que traicionar un día tras otro. Los pobres”. Es el subtítulo.
A quien no ande al corriente de las últimas fechorías cometidas por ciertos directivos de multinacionales, el artículo de Maruja Torres le parecerá “uno más” donde se acusa a la clase empresarial
psicópata de las
“escabechinas” despiadadas que cometen, ERE en mano, contra los trabajadores… escabechinas suavizadas con frases biensonantes como la que cita Torres:
“adecuación a las circunstancias actuales”, para continuar con doble ración de ironía en cada frase;
“Es fácil ponerse del lado del débil. Sin embargo, nadie se compadece de los jefes. Son ellos, no obstante, desde los más altos lugares en la cadena de mando hasta los útiles capataces, los que, en silencio y en soledad, se encierran entre las cuarenta paredes de sus pisos de trescientos metros y lloran dolorosamente por los otros (…) No pueden sino aceptar el horror que les ha tocado ejecutar (…) Esos hombres y mujeres, solitarios y heroicos (…)”.
La columna de Maruja Torres transpira mala leche, pero en sí misma no llamaría la atención si no se conoce el anuncio del director de El País de aplicar un ERE contra un tercio de sus trabajadores (
128 despidos y 21 prejubilaciones) tras su reunión con
Juan Luis Cebrián presidente ejecutivo de PRISA,
Fernando Abril-Martorell, consejero delegado de PRISA y
José Luis Sainz, presidente ejecutivo del área de prensa del grupo, y tras la cual Cebrián abusó del cinismo que le caracteriza: el ERE era “ineludible” porque
“no podemos seguir viviendo tan bien”. Ojo, que Cebrián tuvo la desfachatez de emplear la primera persona del plural -”podemos”- cuando percibió
13 millones de euros en 2011, según fuentes del comité de empresa de El País. Lo correcto habría sido “no podéis seguir viviendo tan bien”, pero incluso el cinismo de un directivo de una multinacional de la comunicación tiene un límite.
A Maruja le inspiran amenazas como la que Javier Moreno, director de El País, dedicó a sus trabajadores cuando hicieron públicas sus reivindicaciones y su “huelga de firmas” desde el 18 hasta el 29 de octubre y desde el 1 hasta el 9 de noviembre. “Podría ser la última vez que firmaran algo en el periódico“, fue la respuesta de Moreno. Su columna se dirije a los directivos de su empresa, e incluso en ella debe moderar su tono a fin de pasar el filtro de El País, que debe conformarse con la esperanza de que el lector se tome la columna como un crítica a la clase empresarial, así en general. La censura pura y dura sería contraproducente.
Podemos seguir a la mejor Maruja Torres, la que llamó “
cateto” y “
pijo rencoroso sin conciencia”, por su responsabilidad en el ERE de El País a Juan Luis Cebrián en el
acto de inauguración de curso de la Facultad de Comunicación de la UAB del pasado martes 9 de octubre. La que lamentó la “deriva mediocre de las redacciones, un
entorno de peloterismo salvaje”, y del periodismo, que busca gente “
dócil y absorbida por el sistema”;
“Hoy es un día triste para las libertades en este país”, prosigue Maruja, con rostro serio. Es, efectivamente, el día del ERE en su periódico de toda la vida, El País. “Hoy 138 periodistas bien formados y que saben de lo que hablan, con capacidad crítica para oponerse al sistema, serán despedidos y sustituidos por gente dócil, absorbida por el sistema desde el inicio y dispuesta a hacer de todo por 800 euros.”
Maruja se atreve a decir en público que Cebrián “perdió 5.000 millones jugando al capitalismo de casino, comprando radios en Miami y teles latinoamericanas que no valían nada”, y da en la clave de lo que han sido las dos últimas décadas de existencia de esta multinacional, cuyos directivos ni siquiera se preocuparon por la cuadratura de los números del negocio, perdidos como andaban en la búsqueda de influencia que les permitiese desbaratar el avance del socialismo en Latinoamérica;
“La historia de El País –dice– es la de Saturno devorando a sus hijos. Cebrián nunca asumió no ser el hijo carnal de Polanco. Es rencoroso y pijo, pero un pijo sin conciencia. Decía que estaba salvando el periodismo, que había un cambio de paradigma. Mentira. Perdió 5.000 millones de euros jugando al capitalismo de casino, comprando radios en Miami y teles latinoamericanas que no valían nada. Quería ser un tiburón de Wall Street pero era una sardinita que todo lo hizo mal. Se pulió las ganancias del trabajo de todos nosotros en la aventura del mejor diario de la democracia española. Cebrián era un quiero y no puedo, un cateto”.
Maruja Torres terminó su conferencia animando a los estudiantes de periodismo al “boicot de forma profesional”, así como a tomar el control y a acabar con todo lo que no funciona del sistema. “¿Cómo vamos a hacer todo esto sin seguridad social ni contratos, ni sueldo?”, le preguntó uno de los jóvenes. “Estamos peor que nunca. Pero la obligación del periodismo es seguir intentándolo. Romper el techo. Meterles el miedo en el cuerpo”, contestó la veterana periodista. Y esta vez quizás se quedó corta.
A los periodistas -como a casi todos los profesionales- les escuchamos en todo su sincero esplendor cuando caminan sobre una cuerda demasiado tensa, a punto de romperse.
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Fotografía: http://www.somatents.com/maruja-torres-las-redacciones-son-hoy-un-entorno-de-peloterismo-salvaje/#.UH7ck67AHa7
Vía:
http://blogs.tercerainformacion.es/diseccionandoelpais/2012/10/17/maruja-torres-punta-de-lanza-contra-la-decadencia-de-el-pais-y-del-grupo-prisa/
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