Luis Gonzalo Segura
No solo no tiene suficiente con oponerse a la pretensión de un denunciante de corrupción (como es mi caso) de recuperar su puesto de trabajo, algo legislado en toda la OCDE salvo en cuatro países (uno de ellos España), sino que se permite el lujo de afirmar que “...si tamaña es su insatisfacción personal y tal su grado de animadversión para con la Institución Militar y para con los militares (esos mafiosos y matones de discoteca que eran o compañeros suyos o sus superiores) no alcanzamos a comprender por qué no aplaude enfervorizado una resolución que le libera de tan desagradable compromiso”.
Afirma que he llamado “matones de discoteca” a los militares, pero no ha querido leer el expediente al completo o algo mucho peor que prefiero obviar. Efectivamente, he llamado “matones de discoteca” a los militares que participaron en la paliza a dos prisioneros iraquíes, imágenes que fueron publicadas en un medio de comunicación. Ahora, lo que son las cosas, llegaría todavía más lejos ya que diría que son mucho más que eso, son torturadores que no merecen salir de la cárcel en los próximos treinta años y, sinceramente, me preocupa que usted no les considere “matones de discoteca” y me inquieta todavía más que esos seis matones de discoteca continúen en sus puestos de trabajo.