Las grandes formaciones del viejo sistema bipartidista buscan el voto de los mayores, poniendo en duda la viabilidad futura de las pensiones.
Se diría que los partidos que antaño lideraron la política española subidos al carro del sindicato de intereses creados que blindó el bipartidismo durante cuatro décadas están tan completamente paralizados por el miedo que han renunciado por completo a presentar un programa de cualquier tipo en el que pueda atisbarse un proyecto de país, un mínimo intento, incluso desesperado, de presentar algo parecido a ideas con capacidad de solucionar problemas o cualquier propuesta relacionada con la regeneración democrática.
Los gigantes se han replegado sobre sí mismos, se dedican a salvar los muebles asegurando el voto de sus ‘hooligans’ y prefieren inventar realidades paralelas a admitir la más leve autocrítica. Aunque esta última actitud no podría llamarse nueva porque ha sido un comportamiento recurrente de las cúpulas de ambos partidos, prácticamente desde que sus militantes esperanzados pegaron el primer cartel electoral un día cualquiera del lejano siglo XX. Pero, en estos días, parece haberse acentuado más si cabe.
En las largas distancias del mundo virtual y mediático, ambos parecen tener un único enemigo. No hace falta decir quién es, por supuesto. Se trata ya saben de ese Frente Popular renacido, que dirige desde las sombras el pérfido Julio Anguita, inventor de la pinza. De esa nuevo ‘sindicato del crimen’ que han constituido dos peligrosos comunistas,Alberto Garzón y Pablo Iglesias, para devastar España, alimentar las filas del independentismo catalán con sus políticas irresponsables, subir los impuestos a las clases medias, aumentar la deuda hasta cifras insostenibles, laminar el estado del bienestar, destruir puestos de trabajo y precarizarlos provocando cierres empresariales masivos. Y, finalmente, poner en riesgo las pensiones de los pobres ‘ancianitos’.