Dormí con la tranquilidad de haberlo visto todo en la vida. Pero luego, al despertar, encendí la tele y apareció en pantalla la presentadora de una de tantas tertulias políticas anunciando un vídeo: “Vean en las siguientes imágenes cómo un grupo de manifestantes escupen, empujan y zarandean a la Delegada del Gobierno en Madrid Cristina Cifuentes”, dijo mirando directamente a cámara: a ti: a mí. Salté de la cama y me acerqué a la pantalla. En el vídeo aparecía un grupo de manifestantes siguiendo muy de cerca a la citada Cifuentes. El grupo increpaba a la Delegada del Gobierno del mismo modo soez que horas antes la misma diputada Andrea Fabra había increpado a los parados (o a la bancada Socialista, según se mire). Sin embargo, no fui capaz de ver un sólo empujón a la aludida, ni siquiera la trayectoria elíptica o rectilínea (según la fuerza) de escupitajos susceptibles de impactar contra su rostro (se habría agachado o tapado de haberse dado el caso). Es más, nadie tocó en ningún momento un solo pelo rubio a la susodicha señora. Juzguen ustedes:
Ya con el vídeo en segundo plano, los tertulianos sacaron las garras censurando enérgicamente todos esos “empujones”, ”agresiones” y “escupitajos” contra Cristina Cifuentes por parte de, cito también textualmente, un grupo de ”vándalos radicales”. Yo no daba crédito, claro. De hecho, era la primera vez que veía en televisión inventarse un vídeo al mismo tiempo que se emitía, como si la imagen, esta vez, valiera menos que mil palabras.
Después me dio por consultar en internet la hemeroteca de los principales diarios de tirada nacional. Para mi sorpresa, casi todos decían más o menos lo mismo:
ABC: “Fue entonces cuando un grupo de personas, la mayoría ajena al funcionariado y con actitud radical (había algunos antisistema entre ellos), la persiguieron, zarandearon, escupieron, amenazaron e insultaron durante 50 metros”.La Razón: “Cifuentes, que salió de casa sin escolta para hacer unas compras fue acorralada, escupida, insultada y amenazada“.El Mundo: “De repente, la han reconocido y se ha visto rodeada. Ha sido cuando la han insultado, escupido…”
No contento con eso, barrí internet. Consulté, incluso, diversos testimonios de testigos presenciales, pero no encontré una mísera prueba que demostrara escupitajo, empujón, o zarandeo alguno. Ahora bien, ¿por qué mintieron esos periodistas?, me pregunto. ¿Qué les lleva a inventarse noticias? ¿qué intereses buscan preservar, aun violando con ello el rigor informativo? ¿qué coño le está pasando, también, al periodismo de este país?
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Nota: No soy periodista, sino un taxista con ojos, orejas y hasta ahora, aunque todo invite a perder el juicio, capacidad de raciocinio.
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