En los últimos tiempos han surgido un gran número de iniciativas que apuestan por la construcción de un gran frente social ante las políticas regresivas de los gobiernos del PP y otros partidos convervadores en el Estado y las CCAA. En este sentido, el Gobierno de Rajoy, sin quererlo, está siendo el principal artífice de esa creciente voluntad de unión entre los diversos sectores que se están manifestando contra sus políticas. Una buena y esperanzadora prueba de ello es la manifestación del pasado19-J, que consiguió aunar a los sindicatos de clase con sindicatos profesionales, colectivos sociales, plataformas y el movimiento 15-M, y también la marcha social contra los recortes del próximo 15 de septiembre.
Tengo que decir que ese frente social es importantísimo, como mecanismo de resistencia a las actuales políticas y para construir una nueva realidad en la que se atienda antes a las necesidades de la gente que a los intereses de una minoría de especuladores insaciables. Sin embargo, menos se habla de la necesidad de crear un gran frente político que consiga ser determinante para cambiar esas políticas inhumanas y que plantee alternativas socialmente justas. Porque, no nos engañemos, a pesar de lo que opinan algunos revolucionarios, si la contestación social no se traduce en representatividad política en los órganos de decisión, no dejaremos de tener, como mucho, victorias parciales.
Ahora, con vuestro permiso, os propongo un juego. Voy a exponeros algunas propuestas políticas, sacadas de programas electorales u otros documentos políticos, que pueden encajar perfectamente en ese nuevo modelo de sociedad al que aspiramos. Os pido que antes de leer a que organización pertenece, imaginéis quien ha podido realizarla:
“Es prioritario desarrollar una Red de Escuelas infantiles públicas de 0 a 3 años”... parece una medida que encaja en las propuestas de IU... sí, IU también la lleva, pero es de Compromís.
“Reclamamos cerrar, en primer lugar, todas las centrales nucleares, y en segundo lugar plantear una estrategia clara de gestión de los residuos nucleares que atienda a principios de seguridad y responsabilidad. No al cementerio de residuos”... una propuesta claramente ecologista, que bien podría firmar Equo, o ICV... sí, estos grupos también proponen estas medidas, pero viene contemplada en el programa electoral de IU.
“La situación de crisis económica estructural que padecemos es la demostración de las políticas neoliberales que inspiraron -desde su constitución y especialmente desde el Tratado de Maastrich- la construcción de la Unión Europea”... parece un escrito de Julio Anguita, quizás de Izquierda Anticapitalista, pero no, es del Bloque Nacionalista Galego (BNG)
“Elevar la progresividad fiscal, y reequilibrio de aportaciones fiscales por tipos de renta, incrementando la imposición sobre las rentas de capital. Pagar todos y pagar más lo que más tienen”… diríamos que forma parte de los documentos del 15-M, sindicatos de clase o partidos tradicionales de izquierda. Sí, estos grupos apoyan estas medidas también, pero en concreto esta propuesta viene recogida en el programa electoral de Equo.
“El federalismo no es sólo una técnica jurídica u organizativa, sino también el reconocimiento de la soberanía originaria de cada una de las partes, en lo que atañe a su ámbito, como condición primera para avanzar democráticamente y por medio de voluntad política, hacia la unión federal”… esta opción por la plurinacionalidad del Estado y la apuesta por la federalidad bien podría ser firmado por Comprimís, Partido Andalucista, ICV, la Chunta o Nueva Canarias, pero forma parte de los Estatutos de IU.
“Abolición de los Acuerdos de 1978 entre el Estado Español y el Estado Vaticano”…una propuesta de las asociaciones y partidos políticos de izquierdas que defienden el laicismo del Estado… sí, efectivamente, pero también es una propuesta de Izquierda Socialista, corriente perteneciente al PSOE.
Estos son sólo unos pocos ejemplos de la considerable similitud que tienen los programas y tesis de un gran número de organizaciones políticas en el Estado español. Porque un estudio pausado y desapasionado de las propuestas políticas de los partidos a la izquierda del PSOE indica, en primer lugar, que todos parten de la premisa de que es necesario cambiar el actual modelo neoliberal por otro que realmente priorice los derechos de la mayoría. Pero, además, en segundo lugar, si analizamos sus propuestas concretas, llegaremos a la conclusión de que más del 80 % de las mismas son coincidentes, y entre el otro 20 % se podría llegar a acuerdos básicos en su gran parte, quedando un mínimo porcentaje de propuestas que pudieran ser irreconciliables, cuestión que tampoco es dramática porque ya dentro de los mismos partidos hay a veces posturas contrapuestas. . A mi modo de ver, por mucho que nos queramos empeñar en destapar el tarro de las esencias, lo rojo, lo verde y las sensibilidades nacionales son perfectamente reconciliables si hacemos todos un esfuerzo responsable.
Siendo justo, es cierto que se han dado ya pasos para caminar hacia espacios comunes de entendimiento, el más importante la coalición electoral de diversas organizaciones políticas en las últimas elecciones del 20-N, que ha dado lugar al grupo de 11 diputados de la Izquierda Plural, compuesto por IU, ICV y Chunta Aragonesista. Sin embargo, algunos y algunas pensamos que en el actual momento de emergencia social es imprescindible trabajar con mayor intensidad en la constitución de frentes políticos amplios que consigan obtener suficiente representatividad como para cambiar las políticas depredadoras que nos está imponiendo la troika en beneficio de unos pocos y en perjuicio de casi toda la ciudadanía. Esta reflexión no sólo se está dando en España, sino que forma parte de experiencias esperanzadoras en países como Grecia (SYRIZA) o Francia (Frente de Izquierdas).
En este momento, las encuestas reflejan un 12 % de apoyo electoral para Izquierda Unida, lo que sumado al de otras fuerzas políticas de izquierdas podríamos estar hablando de una base de apoyo a la izquierda alternativa cercano al 20 %. Es indudable también que una presencia política con ese nivel de apoyo conseguiría atraer a otro gran número de personas que ahora no encuentran una referencia política clara. Pero además, podría ser aún mayor si se consigue atraer a una gran masa de antiguos o aún actuales votantes socialistas desencantados por las políticas socio-liberales practicas por el PSOE y el resto de partidos socialistas europeos, incapaces de desmarcarse de la lógica neoliberal basada en el adelgazamiento del Estado de bienestar y la sumisión al capital financiero. La prueba la tenemos en Grecia, donde el PASOK, partido muy mayoritario en las últimas décadas, hoy a penas cuenta con apoyo y ha sido superado por la izquierda alternativa. En este sentido, no quiero entrar a equiparar al PSOE y el PP, ya que estaría cometiendo una equivocación desde el punto de vista del análisis político. Es justo reconocer que con gobiernos del PSOE se ha avanzado en políticas de derechos y libertades, y que se ha creado un sistema público de prestaciones sociales, muy alejado aún del nivel medio europeo, pero que corre el riesgo de quedar hecho añicos en sólo 8 meses de gobierno del PP. Sin embargo, el PSOE y los actuales partidos socialdemócratas europeos son también responsables de las políticas que de manera tan estricta pone en marcha el PP en España, ya que han abandonado sus propios principios políticos históricos para abrazar la doctrina neoliberal predominante, cuya prueba más palpable, y como colofón a la desastrosa gestión económica de Zapatero, es la reforma constitucional pactada con el PP para hacer prevalecer el pago de la deuda bancaria a cualquier otro gasto público. Además, a pesar del gran descontento de gran parte de sus tradicionales votantes y de una parte de su base, el PSOE no ha llevado a cabo ni un mínimo de renovación, ya no sólo de personas -que también- sino de concepción ideológica.
Respecto a la inmensa mayoría de los partidos a la izquierda del PSOE, como hemos visto, coinciden en gran medida en sus propuestas, atendiendo su atomización en gran parte a su tradición ideológica, a cuestiones territoriales o incluso a disputas personales, que serían perfectamente superables con un esfuerzo de síntesis política.
Además, ese frente político es necesariamente compatible y complementario con el frente social que se está articulando. Evidentemente, son las distintas organizaciones políticas las que tiene que decidir, en su caso, la manera de construir ese frente político. Fórmulas hay muy diversas, desde la más amplia, que sería la creación de una gran coalición de partidos, hasta las coaliciones electorales permanentes o puntuales. Incluso no es necesario pensar igual en todos los asuntos, dejando libertad de voto en cuestiones en las que no haya posibilidad de llegar a un acuerdo, pero creo que sí que hay base más que suficiente para llegar a un acuerdo sobre el modelo de desarrollo económico, social, ecológico y territorial al que todos estas organizaciones políticas aspiramos.
El trabajo sobre el que construir ese programa común tiene que marcar claramente unas líneas rojas claramente sobrepasadas en este momento por la puesta en práctica de los acuerdos europeos entre conservadores y socialdemócratas, que están suponiendo una auténtica estafa a favor de los intereses de una minoría. Partiendo de esa premisa, la construcción de ese nuevo modelo debe plantear cuestiones como el control democrático del Banco Central Europeo y el cambio de sus normas de funcionamiento; la apuesta por un nuevo modelo productivo, basado, entre otras cuestiones, en el I+D+I y las energías renovables; una amplia reforma fiscal progresiva y persecución del fraude fiscal; la creación de una banca pública; el control ciudadano de los grandes sectores estratégicos (energía, telecomunicaciones, etc); la construcción de una completa red de servicios públicos que garantice unos estándares adecuados en educación, sanidad y servicios sociales; la apuesta por políticas con un marcado carácter ecológico, que proponga nuevas formas de vivir para hacer frente al cambio climático y al deterioro continuo del planeta; la consolidación de un modelo de estado federal donde se compatibilice el autogobierno, el respeto a la identidad propia y la aplicación de criterios de solidaridad interterritorial; la separación real entre Estado e iglesia; la reforma de la ley electoral para que todos los votos valgan lo mismo; establecer un marco de relaciones labores justo; la apuesta por un modelo de sociedad en el que se corrijan las desigualdades aún existentes por razón de género, condición sexual, nacionalidad… En definitiva, los campos sobre los que trabajar, no sólo entre partidos, sino también con la sociedad civil, son muchos, pero partiendo de que hay que crear un nuevo marco que modifique la actual deriva neoliberal que nos lleva al más absoluto de los abismos. Aprendamos de lo que ha ocurrido en otras partes del mundo, como en Latinoamérica, donde, con sus particularidades propias, los movimientos sociales y los partidos de izquierda han conseguido llegar a acuerdos y modular sus propuestas para alcanzar el poder, condición imprescindible para realizar cambios profundos en la sociedad. Es el momento de organizarnos, tener amplitud de miras y hacer un esfuerzo por la convergencia social y política. Está en juego, nada más y nada menos, construir una alternativa a un modelo que va camino de convertir al ciudadano en siervo. Estamos ante una gran responsabilidad de todos y todas.
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