Arsenio Escolar
Tenemos un grave problema de déficit financiero en las cuentas públicas, sí, y en las privadas de las familias y las empresas, y en las de la banca (sobre todo en las antiguas cajas gestionadas por políticos), y el Gobierno lo combate (o eso proclama) con recortes democráticos. Generando déficit democrático.
Incumplir al completo un programa electoral con el que se ha ganado unas elecciones es un déficit democrático. Hacer, una vez en el Gobierno, todo lo contrario a lo que se dijo y prometió antes de las elecciones es un déficit democrático. Mentir una y mil veces sobre asuntos públicos es un déficit democrático. No asumir las responsabilidades y echar por sistema las culpas a otro es un déficit democrático. Repartir los recortes desproporcionadamente, sin atender a lo que ordena la Constitución en su artículo 31 (“Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio”) es un déficit democrático. Decretar amnistías fiscales para los defraudadores es un déficit democrático. No explicar las cosas es un déficit democrático. Recortar derechos es un déficit democrático.
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