CONTEXTO
- Democratización financiera. Si el BCE interviene para salvar a los bancos en apuros, que tal intervención suponga un control democrático sobre su gestión posterior, y que tal intervención se extienda a los estados en apuros, actuando como prestamista de último recurso.
- Interrelación de los procesos. Si se mantiene el requisito de eliminación del déficit comercial a los estados bajo amenaza de sanción en caso contrario, que por la misma razón se prevea la exigencia de eliminación del superávit intracomunitario, que es la otra cara de la misma moneda. La evolución del superávit comercial de Alemania coincide de forma asombrosamente simétrica con la del déficit de España, Portugal y Grecia, lo que significa que el crecimiento económico alemán fue posible solo gracias al empobrecimiento del sur de la UE.
- Las madres de la crisis. El déficit de los estados no es la causa sino la consecuencia de la crisis actual, por lo que la política económica debería dejar de atender a él y desplazar su foco hacia sus causas conocidas: desregularización, financierización e insostenibilidad de nuestro modelo socioeconómico consumista y extractivista.
- La solución era el problema. La agenda conservadora que guía actualmente a la UE se ha impuesto sobre todo a través de las instituciones donde más pesa el nacionalismo de los gobiernos y donde menos pesa la voz democrática de los ciudadanos. Por eso la Comisión, el Consejo Europeo y el BCE han sido el foco del problema, y el Parlamento Europeo, más plural y equilibrado, ha seguido teniendo relativamente poco poder en los últimos años.
- El problema no es el euro, sino este euro. En términos ideológicos, no hay diferencia práctica alguna entre abogar por otra política económica para el euro y abogar por salirse del euro y buscar otra política económica a nivel estatal. Pero ningún gobierno solo puede defender su política económica frente al enorme mercado financiero. Ni siquiera Mitterrand pudo en 1981-82, y eso que entonces el capitalismo y la globalización eran considerablemente menos agresivos.
- Europeísmo progresista. Las organizaciones de la sociedad civil están menos y peor organizadas a nivel europeo que a nivel estatal. Sin embargo, la mayoría de la legislación que afecta hoy al ciudadano es de origen europeo y no estatal. Es importante recordar que el problema no es el proyecto europeo ni el euro en sí, sino el sesgo neoliberal.
- Somos Europa. La movilización paneuropea es la prolongación de la movilización a escala estatal. Pero no es que el movimiento social deba elegir entre una y otra: en realidad es la misma, y solo funcionará a escala continental si previamente lo hace a escala menor. La referencia es cómo ejercen su influencia los lobbies: actúan a nivel local, estatal y europeo. Para contrarrestar el discurso neoliberal en esos niveles de decisión, es necesario articular y proyectar un discurso progresista también en cada uno de ellos.
- Capital o democracia. El capitalismo era históricamente compatible con la democracia, pero parece que el actual capitalismo financiero no, porque ha hecho de los servicios públicos y del estado del bienestar sus objetivos preferentes, y esos son precisamente los puntales de la legitimidad del modelo social europeo y de la democracia en Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
- Doctrina del shock. La crisis no tiene ninguna relación con las medidas de disciplina presupuestaria que se están imponiendo, aunque supuestamente se introducen para aliviar la crisis. El hecho de que en ningún país de la UE la austeridad haya tenido éxito, y de que fueran medidas que la doctrina neoliberal ya auspiciaba antes de la crisis, prueban que la crisis no es más que una excusa para imponer una agenda neoliberal en Europa evitando el debate democrático.
- Callejón con salidas. Necesitamos un euro distinto, políticas económicas distintas. No es que otra Europa sea posible. Es que otra Europa es necesaria.
- Somos personas, no mercados. La experiencia demuestra que aplacar a los mercados no funciona. Aunque los mercados sean rápidos y las democracias lentas, sigue siendo más importante la confianza (en el sentido de compromiso) a largo plazo de los ciudadanos que la confianza (en el sentido de visto bueno) de los mercados a corto plazo. Y eso es porque los ciudadanos son socios de la sociedad y su vínculo es de naturaleza permanente, pero los actores económicos son competidores en el mercado y su vínculo es efímero y se basa en las acciones (y en los momentos) de comprar y vender.
- Fuerte con el débil, débil con el fuerte. La crisis moral en que está sumido el capitalismo actual se basa en que castiga a los actores inocentes del sistema, los trabajadores, y recompensa a los culpables, los empleadores. Los poderosos son tratados como todopoderosos, y los débiles como pecadores.
- Quién depende de quién. La ideología neoliberal intenta apropiarse del lenguaje, confiscarlo. La globalización es la globalización del capitalismo. El desarrollo es el desarrollo del capitalismo. Se corre el riesgo, así, de que el lenguaje y la política se desvirtúen a favor de una ideología socialmente minoritaria. Y, sin embargo, el neoliberalismo sigue necesitando del estado, de la política y de la democracia como instrumentos para lograr sus fines.
- Desintermediación. La movilización horizontal tipo 15-M intenta superar los modos tradicionales de influencia social y toma de decisiones de partidos políticos y sindicatos, que busca influir en la cúspide de la pirámide social. La nueva dinámica prueba a desintermediar, desrepresentar, suprimiendo la figura del intermediario como figura pública para que toda la atención del público se centre en el mensaje y en el sentido común que contiene.
- Déjà vu. Los problemas de desregulación, privatización y elitización de la política que aparecen ahora en Europa se produjeron en África, Asia e Iberoamérica hace décadas, lo que hace aconsejable intentar aprender del sur en términos de tácticas e instrumentos para contrarrestarlas en la UE.
- Cancelación de deuda. No tiene sentido que los estados europeos se hayan sobreendeudado para asumir las deudas de bancos e instituciones financieras privadas pero que por un lado no hayan socializado su propiedad y toma de decisiones, y por el otro se vean ellos mismos sobreendeudados y castigados por el sistema financiero. Los ciudadanos pagan una, dos, tres veces por una crisis que aliviaron, no causaron. Esa deuda es ilegítima y debe ser cancelada.
- Tercermundialización intraeuropea. La dinámica centro-periferia, o norte-sur, que se está estableciendo dentro de la UE tiende a reflejar las relaciones de poder clásicas y la narrativa Primer Mundo-Tercer Mundo. En ese sentido, España sufre hoy una latinoamericanización acelerada, por lo que es en Iberoamérica donde se pueden buscar respuestas.
- Contra la fabricación de escasez. El capitalismo verde que defienden los lobbies tiene mucho de capitalismo y poco de verde. Consiste en convertir la naturaleza en activos economizables, comercializables a través de los mercados. Esa financierización de los recursos naturales se logra a través de leyes cuyo objetivo es crear mercados a base de producir escasez y fabricar necesidad donde en realidad no los hay. Hay que repolitizar la gestión del territorio y detener la commoditización de la naturaleza.
- Desarrollar otro desarrollo. La derecha promueve una visión del desarrollo como un sistema de extracción y uso insostenibles de materias primas, que perpetúa un modelo productivista, extractivista y consumista. Hay que racionalizar la generación de infraestructuras y primar ante todo la sostenibilidad como principio rector de la toma de decisiones económicas.
- Trabajo en red. El activismo europeo no necesita una superorganización que englobe a todos los esfuerzos existentes hoy, sino una coordinación que los vertebre. No cabe por tanto una superestructura, sino una interconexión. En fin, una red, un espacio conjunto de convergencia al que recurrir, desde una idea de acción local y coordinación europea. Piensa a escala europeo, actúa a nivel local.
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