Rosa Maríaa Artal 25 septiembre 2012
El Congreso de los diputados es la Cámara baja de nuestro sistema parlamentario que se complementa con el Senado –aunque no sabemos para qué sirve, para ralentizar los acuerdos con su paso de mayorías por él quizás-. Ambos ostentan la presentación de la soberanía popular, según reza, canta y fija nuestra Constitución. Luego, según los votos logrados para el Congreso, el más votado, o el que logra alianzas, forma gobierno. Ya tenemos dos poderes, el tercero será el judicial. Y así hemos completado los tres que marca el sistema democrático que, además, deben guardar una exquisita separación de funciones.
Dice José Luis Sampedro (en Reacciona):
“Pese a los disfraces, la religión permanece anclada en el siglo XVI, la economía en el XVIII y el sistema parlamentario en el XIX”. Y añade:
“Es verdad que el pueblo vota y eso sirve para etiquetar el sistema, falsamente, como democrático, pero la mayoría acude a las urnas o se abstiene sin la previa información objetiva y la consiguiente reflexión crítica, propia de todo verdadero ciudadano movido por el interés común. (…)Se confunde a la gente ofreciéndole libertad de expresión al tiempo que se le escamotea la libertad de pensamiento”.
El Congreso de los diputados está cercado desde hace varios días. El sábado no podían acceder ni los peatones, salvo que fueran al Hotel Palace. Me ocurrió a mí que tuve que dar un buen rodeo por calles adyacentes para ir donde quería. Es que hoy, 25 de Septiembre, hay convocada una manifestación para rodearlo y exigir reformas. Y el poder político y en gran medida el mediático están muy asustados. Es peligrosa la gente con miedo.
La portavoz kamikaze del PP, Dolores de Cospedal, ha comparado la protesta de hoy con el 23F. Cuando Tejero entró a tiros con fuerzas del ejército armadas y ordenó a los representantes de la soberanía popular tirarse al suelo. Y la delegada del Gobierno del PP en Madrid, Cristina Cifuentes, se ha pasado por el Gato al agua de Intereconomía -de cuyos tertulianos tantos cargos salen ahora- para contar cuántos nazis hay infiltrados en lo de hoy.
Los políticos sí, pero no todos los medios, ni todos los periodistas, ni todos los ciudadanos se atemorizan. Eldiario.es sacó ayer una exclusiva, no recogida hoy –que haya visto- por ningún otro colega. Gonzalo Cortizo se limitó a encontrar los presupuestos que preparan nuestros representantes. Deberían ser públicos pero no lo son.
“La partida para viajes tiene reservados 6.750.000 euros, 19.285 euros por diputado. Este año, como novedad, el Congreso también paga el parking en el aeropuerto: 30.000 euros. Están también presupuestados 7.000 euros anuales para las multas de los coches oficiales“. Si no lo habéis leído aún conviene no perderse ni una línea. Porque ved otro ejemplo:
“El capítulo de telefonía es otro de los grandes gastos del Congreso. Cada diputado tiene a su disposición un Iphone y un Ipad con conexión a internet. A todo ello se suma el coste de las líneas fijas de Congreso, elevando el gasto hasta el 1.150.000 que se pagó en 2011, los 700.000 euros que se gastaron este año o los 500.000 que se prevé gastar en 2013“.
Viene a demostrar cuán lejos viven los diputados, nuestros representantes en general (habrá otro presupuesto similar para el Senado, para el Gobierno y gobiernos y sus administraciones) de quienes les hemos conferido nuestra representación.
¿Y nuestro amigo Mariano Rajoy, adalid de la austeridad? la fuente no es de la máxima solvencia -Interviú es lo que es- pero, dado el enfado de los -recortados- funcionarios que sirven el catering presidencial, cabe deducir que la información no debe andar muy descaminada:
“Embutidos por valor de 3.427 euros, entre ellos “jamón ibérico de bellota a 190 euros el kilo”, botellas en abundancia de buen vino, Cardhu, Johny Walker, vodka, ron Brugal y ginebra Beefeater, alegran los viajes del presidente en los Falcon y Airbus oficiales“.
Y la gran demócrata Cospedal, la que dice que pide “sacrificios”, quita el agua embotellada a los enfermos pero ella y su equipo beben Numen, que cuesta 5 euros o muy poco menos si se compran 6 botellas de litro.
Ayer, un bendito me dijo que Cospedal bebe ese tipo de agua “porque es gobernanta”. Le parecía lógico. Y es que Numen es “Un estilo de vida. Su agua no es para los amantes de lo exquisito sino, sencillamente, para quienes se atreven a adueñarse de la esencia“.
No son éstas las razones para exigir reformas, aunque nos irriten. Nos están aplicando unos ajustes durísimos -que nos afectan mucho más- para pagar los desmanes de los poderes financieros y políticos que no ocasionamos. Pero muestran la profunda lejanía que han llegado a alcanzar muchos políticos de sus representados.
La Política no es lo que están haciendo gran parte de quienes ahora la ejercen. La necesitamos, sin embargo. Regenerada, compartida, participativa. Democrática. Losrunrunes fascistas, populistas o tecnocráticos que vemos, no auguran nada bueno. Los primeros que deben saberlo son quienes se llenan la boca con ella y exigen un respeto que no se ganan con sus actuaciones.
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