Por: Lucila Rodriguez-Alarcon | 15 de agosto de 2012
La Puerta del Sol tomada pro el 15M. Junio 2011. por Nathalie Paco.
Desde hace unos días mi timeline está repleto de Sánchez Gordillo. “Sigues cuentas subversivas”… sí claro, muchas de ellas, pero no solo. Nuestro amigo Gordillo se ha infiltrado en todos los niveles de mi timeline y ha creado un debate que es del todo anacrónico. “¿Anacrónico?” Pues sí, es un debate que podría ser de hace 20 años cuando, para denunciar, los activistas hacían cosas realmente sorprendentes, desde luego fuera de la ley, y con ellas eran capaces de intoxicar todos los niveles de la comunicación nacional e internacional.
Sánchez Gordillo pretende denunciar las aberraciones de la crisis que estamos viviendo, desde sus orígenes hasta las nefastas soluciones que se están proponiendo. Estas denuncias a través de acciones fuera de la ley no son una novedad, en los últimos dos años ha habido unas cuantas, desde el 15m, que era una toma ilegal del espacio público, llegando a los recientes “boicoteadores” del metro de Madrid. Estos dos ejemplos concretos han permitido abrir un debate sobre dónde están los límites entre lo permisible y lo inaceptable en cuanto expresión activista se refiere (recomiendo Activismo o sabotaje, publicado en El Pais sobre este tema).
Pero los debates sobre los temas que estas acciones intentanban sacar a relucir se han mantenido en foros estancos, tanto ideológica como físicamente -radio, prensa escrita, televisión, Internet, cada uno con lo suyo y de aquel modo. Los protagonistas de estas acciones no se han adueñado de los canales de comunicación, y al final su mensaje se ha quedado en los limites de su influencia. La realidad es que fuera de sus canales sólo han transcendido versiones adulteradas de sus intereses y sus acciones. Esto es flagrante por ejemplo en el caso del boicot al metro, cuando todos los medios se hicieron mediocremente eco de las informaciones bien estructuradas de la policía que presentaban a los pobres estudiantes como si fueran terroristas recién capturados en Francia (les pongo una foto para hacer memoria y que no me tachen de alarmista y exagerada).
Pero los debates sobre los temas que estas acciones intentanban sacar a relucir se han mantenido en foros estancos, tanto ideológica como físicamente -radio, prensa escrita, televisión, Internet, cada uno con lo suyo y de aquel modo. Los protagonistas de estas acciones no se han adueñado de los canales de comunicación, y al final su mensaje se ha quedado en los limites de su influencia. La realidad es que fuera de sus canales sólo han transcendido versiones adulteradas de sus intereses y sus acciones. Esto es flagrante por ejemplo en el caso del boicot al metro, cuando todos los medios se hicieron mediocremente eco de las informaciones bien estructuradas de la policía que presentaban a los pobres estudiantes como si fueran terroristas recién capturados en Francia (les pongo una foto para hacer memoria y que no me tachen de alarmista y exagerada).
Foto de Cristobal Manuel publicada el día de la detención en El Pais
Sánchez Gordillo está haciendo algo que es obviamente ilegal pero que no es mucho peor que ocupar una plaza o parar el metro. David contra Goliat en todos los casos. Las diferencias, dos fundamentales: él es uno y no un colectivo, lo cual permite comunicar más ágilmente, y segunda y mucho más importante, ha decidido romper con los espacios de comunicación exclusivos. Sánchez Gordillo está en Twitter, y en Facebook, pero también en Telecinco. Y no en una tertulia nocturna, sino en el programa de Ana Rosa. Sin pelos en la lengua, dando titulares.
Y así es como volvemos a los 90. Y desde hace días vuelven recurrentemente a mi memoria los inicios de José Bové. El actualmente Europarlamentario, aclamado líder de la Confederation Paysanne, fundador de ATTAC tiene un historial que es muy parecido al de nuestro amigo Sánchez Gordillo. Bové fue un catalizador, cuyo peso empieza a hacerse patente ahora, 15 años más tarde, cuanto por ejemplo el rechazo al los OGM es generalizado… pero su asalto a los campos de investigación de CIRAD en 1999 le costaron 10 meses de cárcel y fue tachado de loco y peligroso por muchos.
Sánchez Gordillo no está innovando en nada, lo que hace es activismo de calle rancio que todos los neo-activistas de sillón criticamos dulcemente y sin demasiada convicción. Pero, si consigue controlar la comunicación, puede que su activismo funcione con una también ya olvidada contundencia y catalice, como lo hiciera el de Bové en Francia, una revolución que se lleva fraguando un par de años y que no sabe como consolidarse. Eso es lo que en el fondo muchos de nosotros esperamos, que el mensaje transcienda, aunque seamos incapaces de tirar la primera piedra, y nos parezca feo aplaudir al que la tira.
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