Y digo yo, Mariano, que qué has hecho tú para que yo confíe en ti. La paciencia se tiene porque se confía en que esa espera compensará y finalmente se logrará algún bien. La confianza es una actitud mental que se tiene porque detrás de las dificultades veremos la luz. La paciencia tiene que ver con el tiempo, sabemos que pasará y todo cambiará a mejor. Las madres, en las que sí confiábamos, nos decían que la paciencia es la madre de la ciencia. Pero tú, Mariano, no eres un científico. Me da, perdona el atrevimiento, que no tienes ni idea de la pócima que has de meter en el tubo de ensayo para que la fórmula mágica cuadre. Sé más preciso, Mariano, tú no nos pides paciencia, nos pides fe. Y si ya me cuesta creer en Dios, como para creer en ti. Él puede que sea un invento, pero tú eres real, aunque sólo aparezcas a través de una pantalla. ¿Paciencia? ¿Nos pides paciencia? Precisa Mariano. ¿En quién? ¿Por qué? ¿Para qué?…
Ojala pudiéramos confiar en ti o en tus ministros… Pero yo solo confío en los valientes, en los que dan la cara y en los que no me toman por imbécil. Y creo que sois cobardes y creéis que somos idiotas. Lleváis dieciséis meses de Gobierno y no habéis dado ni una. Ni una promesa cumplida, ni un acierto, todo a peor y la culpa era del otro. Zapatero, el otro, el malo, afortunadamente, está en su casa y tú nos aseguraste que una vez muerto el perro se acabó la rabia. Y ahora ya no sabemos qué perro llevaba más rabia, que perro nos pone más enfermos. Casi año y medio echando la culpa a los demás, huyendo por los garajes, apareciendo detrás de un plasma, haciendo declaraciones ridículas. Y, Dios Santo, ahora nos pides paciencia. ¿Más? ¿Hasta cuando? Fuisteis tú y los tuyos los que nos pedisteis el poder para solucionar esto y ahora después de un millón de parados más, pedís paciencia. No sé cuánta más se puede tener, pero tú no eres quien para pedirla, salvo después de pedirnos a nosotros perdón. Tú eres un señor que te limitas a subir impuestos para seguir manteniendo las prebendas del poder establecido, ahogando a todas las familias de este país cumpliendo las órdenes de una señora alemana.
Sí, tenemos paciencia, nos sobra paciencia, y que las calles no estén incendiadas es una buena prueba de que a la sociedad española lo que más le sobra es paciencia. Eso sí, mucho cuidado que está a punto de acabarse.
¿Paciencia? ¿Qué has hecho tú para pedirnos paciencia?
Vía:http://lostaconesdeolivia.es/
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