- Blanca Escudero
- abril 1, 2013
En este momento en que los panegíricos y el almíbar nos tienen atragantados, tras la designación de un nuevo inquilino en el Vaticano en la persona de un señor argentino llamado Bergoglio, puede ser que proceda darse una vuelta por la historia del Papado, en la que ha habido de todo, bueno, malo y regular. Incluso lo muy malo y dañino para la humanidad en su conjunto, habida cuenta del inmenso poder espiritual y material que tiene la religión católica y su máximo representante.
Desde el primer Papa hasta el último ha habido personajes que mejor no hubieran sido elegidos, prueba evidente de que no hay que fiarse de una simple paloma sino tener la cabeza amueblada con sus correspondientes millones de neuronas en correcto funcionamiento.
1. Pedro (alias san Pedro)
Tradicionalmente se le considera el primer Papa, aunque tampoco parece tan claro que lo fuera. Fue uno de los seguidores del llamado profeta o mesías Jesucristo, un simple pescador del lago Tiberíades que formó parte de los amigos de Jesús… pero no tuvo la suficiente convicción o el suficiente valor para decirle a los popes de la sinagoga o a los invasores romanos de Judea que era su amigo y nada menos que tres veces. Ni los evangelios canónicos, escritos años después de los hechos a que hacemos referencia, ni los apócrifos, en los que existe un Evangelio de Pedro, nos dice claramente que el Mesías le eligiera como continuador de su doctrina, solo tenemos que fiarnos de interpretaciones posteriores y nadie en su sano juicio puede pensar que un pescador galileo del siglo I supiera siquiera leer ni escribir. Ese miedo inicial, dejando solo a su amigo no se compadece con la idea, vendida posteriormente, de su gran personalidad. Parece ser que el que llevaba “los pantalones” en aquellos primeros tiempos del cristianismo era San Pablo, hombre leído y ‘escribido’, auténtico Papa en la sombra. Parece ser que murió en Roma, tras años de exilios varios y huidas a través del mundo conocido, en tiempos de Nerón, que era bastante bárbaro.
2. Liberio (siglo IV)
Este Papa tuvo el dudoso (o no) honor de ser el primero al que no hicieron santo después de su muerte. El motivo fue que no combatió la herejía más potente de la Iglesia, el arrianismo, que consideraba a Cristo hombre y no una deidad, cosa que estaba más que cuestionada en esos momentos en que ya se habían inventado una religión y habían tenido que implantarla con sus mitos y ritos y muchos más que vendrían luego a través de los sucesivos Concilios o reuniones de los mandamases del invento.
3. Símaco (siglo VI)
A estas alturas del primer milenio, ya había una Iglesia Católica bien organizada y con mucho poder. Símaco se arrimó al emperador Teodorico, marcando tendencia de los posteriores máximos regidores de los destinos cristianos, aunque tuvo sus más y sus menos y estas divergencias propiciaron que hubiera un profundo cisma en las entrañas de la iglesia, conviviendo con otro Papa (un tal Lorenzo) al que apoyaba otro emperador. Esta historia de haber dos Papas a la vez, se repetiría alguna vez más en siglos posteriores, con lo que podríamos entender que el Espíritu Santo estaba un poco liado. A Símaco se le acusó de todo, incluido el asesinato, de lo cual no dio explicaciones porque su teoría (y práctica) era que a un Papa no le tosía ni Dios, bueno, ese era el único que, de existir, le podía toser. Mientras, vivía bárbaramente pensando en hacerse una casita digna, el Palacio Vaticano.
3. Honorio I (siglo VII)
Honorio tuvo que seguir lidiando con los herejes que se resistían a considerar a Jesucristo como un Dios e incluso fue más allá: no hizo nada para hacer valer la postura oficial de la Santa Iglesia y a su muerte le condenaron a aparecer en los juramentos papales con un anatema así de gordo durante más de tres siglos… Ya existía desde tan lejanos tiempos la falta de compasión y misericordia, no es una cuestión de nuestros días, ni mucho menos.
4. Juan XII (siglo X)
Este Papa, pariente de Carlomagno, fue el iniciador, al menos públicamente, de la buena vida en el Vaticano, que antes del Vatileaks ya existían los escándalos de todo tipo allá en el centro de Roma. Hizo de todo, guerreó, traicionó, se amancebó con todas las faldas que tenía cerca, incluyendo relaciones incestuosas con sus hermanas, hizo matar a gente, en fin, una joya… hasta que un marido despechado se lo cargó.
5. Sergio III (siglo X)
A este individuo se le conoce como “esclavo de todos los vicios”, que ya dice bastante de su trayectoria como referente moral de toda la cristiandad. Mató a su predecesor en el trono vaticano, tuvo una amante adolescente de la que tuvo un hijo, iniciando ese camino en la pedofilia que tanto está dando que hablar en los tiempos modernos. No contentos con todo esto que pasaba a su alrededor, la Curia del momento nombró a este hijo sucesor de su padre cuando éste pasó a peor vida, lo que ya es el colmo de las cosas que hacía la paloma. Luego Bergoglio se echará las manos a la cabeza cuando lea el informe que hizo dimitir a Ratzinger, pero ya nada debería extrañarles de las andanzas de algunos de sus antecesores…
6.- Benedicto IX (siglo XI)
Este buen hombre, antecesor del actual emérito, tiene un currículum que deja sin respiración a cualquiera que piense que vivimos en la actualidad en un mundo corrompido y sin ley. Ya, ya… Fue un Papa de quita y pon, ahora estoy, ahora no estoy, me pagas una pastuqui y me voy y luego vuelvo. A falta de anteriores documentos, se confirma que fue el primer Papa gay y que llevaba una vida licenciosa, viciosa y disoluta en la que no faltaron asesinatos, pedofilia (anticipándose a los tiempos), cohechos propios e impropios, prevaricaciones e incluso tráfico de influencias vaticanas. Lo único que salva a la Iglesia del momento es que no hubo ‘sede vacante’, murió sin la sotana puesta una de las veces que dijo que se iba. Esta vez no volvió
7. Bonifacio VIII (siglo XIV)
Este buen hombre dio una vuelta de tuerca más a la doctrina creada durante los siglos anteriores y es que declaró que todo el PODER, tanto espiritual como temporal, correspondía a la Iglesia. Y hasta ahí podíamos llegar. Se pusieron todos los reyes del momento… ufff, como fieras y después de tiras y aflojas, como vieron que no podían con el, le mataron en una conspiración nada conspiranoica, sino verdadera. También puede achacársele entre sus desastres la inclinación a la pedofilia, cuestión ésta que vemos no se curó con el paso de los siglos.
8. Urbano VI (siglo XIV)
Este papado sí que fue convulso de verdad. Hubo hasta tres Papas a la vez, no digo más… Nada más ser elegido en el cónclave, ese lugar donde se posa la paloma, que tanto ilustra esta docena, sobre las cabezas de los cardenales para iluminarles, demostró que no solo en Portugal se dan mánagers (futbolísticos) con malos modos y los cardenales se arrepintieron a la media hora de elegirle y votaron a otro, Clemente VII, que como no podía estar en Roma se fue a vivir a Aviñón. A la vez, había partes de la Curia, que entonces ya existía y estaban allí (como ahora) para enredar, que nombraban otros Papas y así estuvieron de lo más divertidos durante cuarenta años, en los que todos ellos dimitieron, como el emérito y el cónclave de la paloma eligió a uno solo y verdadero, Martín V.
No se sabe bien qué pasó con esa banda tan divertida, pero es de suponer que tenían sus vidas privadas y siguieron con ellas.
No se sabe bien qué pasó con esa banda tan divertida, pero es de suponer que tenían sus vidas privadas y siguieron con ellas.
9. Sixto IV (siglo XV)
La época renacentista dio mucha gloria a las artes, pero en el Vaticano también dio muchos Papas execrables, como don Sixto, pues parece ser que convirtió sus dominios en un estercolero que no desmerecería a cualquier estercolero actual. Aparte de vivir una sexualidad muy activa con toda mujer que pasara por su lado, sin importar que fuera de su propia familia, parece ser que fue el primer Papa que practicó el proxenetismo, cobrando a sus clérigos por uso de mujeres, como el más preparado chulo que en el mundo ha sido y no solo cobraba por el uso de mujeres, sino también por la práctica sin cortapisas de la homosexualidad. En eso fue un avanzado porque no lo veía mal, sino normal. Lo anormal (y pésimo) era cobrar a su curia por tapar tales prácticas, cuando en épocas más recientes los que pagan por esas prácticas son las curias y conferencias episcopales del mundo entero para que nadie se entere.
10. Inocencio VIII (siglo XV)
Este fue un crack en la práctica de vicios y pecados. Tuvo una caterva de hijos con incalculables mujeres. Hasta aquí, en toda la lista hemos visto que eso de la castidad era para los demás, nunca para ellos. Pero si todo lo que su vida privada trasluce produce bastante asquito, no fue la peor de sus obras. Sin duda lo fue la creación de la Inquisición lo que retrata la verdadera cara de la iglesia del momento: a ti te fundo en la hoguera mientras que yo me estoy echando un polvete (o varios) o vendiendo bulas el resto de mi vida. Parece ser que en su lecho de muerte, una hermosa ama de cría le daba leche de sus turgentes pechos. O sea, que murió como vivió, agarrando una teta.
11. Alejandro VI (siglo XVI)
Tenemos el (dudoso) honor de haber tenido un Papa de origen español. Habría que comentárselo al actual Ministro de Cultura que tan contento se puso con un Papa argentino porque hablaba castellano. Seguramente el ministro no quiere ni acordarse de Alejandro VI, no se me ocurre el por qué…
Alejandro, el Papa Borgia, es el más mediático de esta colección porque tuvo una vida cinematográfica en cualquiera de sus temáticas: policíaca, de terror, gore, psicodrama, amor, melodrama, porno… en fin, los cotillas de la época no podían pedir más, lástima que no existiera aún la tele y ‘Sálvame diario’ porque habrían tenido para comentar muchas cosas interesantes y no lo que ahora nos regalan. Tuvo amantes, tuvo hijos a los que dio reinos y ejércitos, cometió nepotismo superlativo, se rumoreaba que cometía incesto con su hija Lucrecia a la que luego vendió al mejor postor, regaló a su hijo César el cargo de cardenal, sí, de esos a los que luego se les aparece la paloma igual que a los que eligieron al bueno de Alejandro Borja. Pero tuvo su merecido por malo malote y murió de manera muy penosa, no se sabe si de malaria o envenenado. Yo me inclino por esto último porque había hecho unos cuantos amigos poco entrañables a lo largo de su intensa vida.
Alejandro, el Papa Borgia, es el más mediático de esta colección porque tuvo una vida cinematográfica en cualquiera de sus temáticas: policíaca, de terror, gore, psicodrama, amor, melodrama, porno… en fin, los cotillas de la época no podían pedir más, lástima que no existiera aún la tele y ‘Sálvame diario’ porque habrían tenido para comentar muchas cosas interesantes y no lo que ahora nos regalan. Tuvo amantes, tuvo hijos a los que dio reinos y ejércitos, cometió nepotismo superlativo, se rumoreaba que cometía incesto con su hija Lucrecia a la que luego vendió al mejor postor, regaló a su hijo César el cargo de cardenal, sí, de esos a los que luego se les aparece la paloma igual que a los que eligieron al bueno de Alejandro Borja. Pero tuvo su merecido por malo malote y murió de manera muy penosa, no se sabe si de malaria o envenenado. Yo me inclino por esto último porque había hecho unos cuantos amigos poco entrañables a lo largo de su intensa vida.
12. León X (siglo XVI)
Este Papa renacentista, tan amigo de las artes y gran impulsor de ellas, hubiera sido expulsado del templo a latigazos si hubiera vivido en la época de Jesucristo y si lo que cuenta la anécdota evangélica fuera cierto: lo vendía todo, expresamente las bulas papales y las indulgencias plenarias a muy alto precio, cosa que promovió la Reforma, liderada por Lutero, harto de ver el casino en que se había convertido la religión católica. O sea, que tiene en su haber el mayor cisma religioso que ha tenido la Iglesia por abusón y por continuar la línea ultraconservadora de la iglesia en cuanto a ritos y mitos elaborados en los sucesivos Concilios que se habían celebrado hasta la época, en que se sacaron de la manga lo del celibato, la deidad de Cristo, la virginidad de su madre, la infalibilidad de los Papas, etc., etc., etc., que eso da para otra docena… Y además de todo lo anterior, excomulgó a Lutero que se vio con la libertad de fundar otra cosa que ahora siguen muchos millones de personas. O sea, todo un visionario don León…
Esta historia debe acabar aquí por mor del número mágico que constituye la “docena”, pero tendrá una segunda parte, sin duda.
Fotografía destacada cortesía de bayat via photopin cc.
Esta historia debe acabar aquí por mor del número mágico que constituye la “docena”, pero tendrá una segunda parte, sin duda.
Fotografía destacada cortesía de bayat via photopin cc.
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