ESTRELLA DIGITAL conversa con el joven parlamentario sobre su primer aniversario en el Hemiciclo, su partido y su particular visión de la política nacional e internacional
Viene de la calle, de participar en movimientos sociales. Hoy, sin embargo, trabaja en un despacho del Congreso de los Diputados. ¿Le asusta que los ciudadanos le vean cada vez más lejos de sus orígenes?
No. Siempre está ese riesgo, de hecho le ha pasado a algunas personas. Pero yo estoy mucho menos aquí de lo que estoy, por ejemplo, en la calle, en asambleas de barrio, explicando a la gente, dando charlas. Es decir, aquí realmente ocupo una parte minoritaria de mi tiempo. Por el momento, lo único que noto es mucho reconocimiento. Estoy contento. De hecho, creo que la prueba de fuego fue el pasado 25 de septiembre, que se rodeó el Congreso. Yo participé en aquella acción y la gente que me paró fue para felicitarme.
Hablando del 25S... Hubo diputados que consideraron una contradicción que ustedes participaran en aquella manifestación.
Sí. Es un pensamiento simplista que denota no haber entendido las cosas. ‘Rodea el Congreso’ fue un símbolo. No pretendía acabar con el Congreso, quemarlo y que gobernara una dictadura, como intentaron hacer ver algunos partidos. Lo que se hizo fue reivindicar una forma distinta de hacer política y de recuperar las instituciones. De darle un sentido pleno y noble al Congreso. Y claro que se puede ser diputado para denunciar que las instituciones actuales están agotadas y que hay que modernizarlas. No veo que haya ninguna incoherencia a este respecto.
Bueno, se pedía su disolución...
Pedían un nuevo proceso constituyente, que evidentemente implica la disolución de las Cámaras actuales. Pero nosotros también podemos pedir elecciones adelantadas y eso también significa pedir nuestra disolución. No pedimos que sea la figura del político la que se retire, sino que pedimos unas nuevas instituciones donde haya nuevos diputados, con nuevos mecanismos y nuevas herramientas.
Claro que se puede ser diputado para denunciar que las instituciones actuales están agotadas
Aunque el refrán pueda aplicarse con precisión a otros casos, al caso de decir que queremos recuperar instituciones no es válido. Nosotros tenemos un Congreso que ahora mismo está secuestrado. Aquí se toman decisiones que luego se cortocircuitan desde las instituciones supranacionales. La troika es la que decide lo que pasa con la sanidad, la educación y las pensiones. Esto deja en un lugar secundario a los representantes políticos legítimos, que somos nosotros. Tenemos que recuperar la democracia, y esto requiere una reformulación democrática, un nuevo proceso reconstituyente. Claro que quienes no estén de acuerdo con ello intentarán simplificarlo, reducirlo para que parezca que eso sólo es fruto de unos adolescentes encaprichados o de unas bandas fascistas que quieren acabar con la política.
Puede que haya gente que no entienda por qué está usted aquí...
Estamos aquí simplemente porque es una herramienta. Yo lo dije desde el principio. Si hoy gobiernan los mercados, la función y la capacidad que tiene el Congreso es muy limitada. Pero hay que estar para poder cambiarlo, para reforzar la lucha que se hace también fuera. Nosotros siempre decimos que hay tres espacios de lucha: la calle, los sindicatos y el Congreso. Son tres trincheras que responden a una misma batalla. Reconocer que este Congreso tiene limitaciones de acción es constatar un hecho, pero no significa renunciar a usarlo.
Parafraseando al juez Pedraz... ¿la clase política está en decadencia?
Si por clase política nos referimos a los que han estado gobernando y teniendo un poder político en las instituciones públicas, desde luego que sí. Es una clase política en decadencia porque sus acciones no han llevado al bienestar de la sociedad. Al contrario, estamos en una crisis que es producto también de las decisiones erróneas cometidas por la clase dirigente.
Los barómetros del CIS no dan tregua. Parece que los ciudadanos no confían en ustedes. Ahora que usted está dentro, ¿le parece justo?
Sí, me parece absolutamente justo.
¿Independientemente del signo? No confían en IU tampoco.
Sí, independientemente del signo. Está claro que no confían en las estructuras tradicionales. Los partidos políticos y los sindicatos están siendo deslegitimados porque no están sirviendo a los que deberían servir. ¿Quiere decir eso que son todos igual de culpables por el mero hecho de presentarse a unas elecciones? No. No tiene sentido que un ciudadano que un día decide presentarse libremente a una lista electoral, al siguiente día ya es culpable de todos los males de la sociedad.
Como sería su caso...
Sí, como es mi caso. Yo venía de la universidad de ser el investigador más precario y cobrando una miseria. Y pasé a ser un diputado raso sin margen de poder. Sin poder institucional. ¿Sería justo culparme a mí de la crisis? Pues no, porque me estarían metiendo en el mismo saco que aquellos que sí que han gestionado el poder y han tomado unas decisiones determinadas.
Crisis significa cambio. Estamos en crisis, luego algo está cambiando. ¿Caminamos en la buena dirección?
Sí, estamos en un momento de ruptura. Ahora bien, la crisis actual no sólo es económica, sino también ideológica. La concepción del mundo que teníamos -sobre todo los más jóvenes- ha cambiado. El cuento de hadas por el cual uno estudiaba, tenía trabajo, accedía a una vivienda, formaba su familia...es una mentira. Ese mundo no existe. Está claro que estamos ante una crisis estructural que afecta a todo. Y en ese sentido sí se está creando algo nuevo. Pero para saber en qué dirección vamos, si vamos en la correcta o no, primero cada uno tiene que fijarse unos principios. Para mí, ahora mismo estamos en una lucha de fuerzas de dos modelos de sociedad distintos. El que había antes en España, donde acceder a la educación, por ejemplo, era sencillo. Y el que la Troika está imponiendo ahora con sus medidas. Un modelo de sociedad con bajos salarios, falta de acceso a la vivienda, sin protección...Ese es el modelo hacia el que vamos. ¿Es el correcto? Para algunos desde luego sí, para mí no. Yo defiendo otro modelo, otros principios y otra ideología.
Por lo tanto, ¿qué alternativa plantea usted?
El camino es largo y complicado... ¿Cree que IU está en condiciones de liderar este cambio? De ser una referencia hegemónica de izquierdas en España.
Es evidente que hay que cambiar muchas cosas para que IU se convierta en el instrumento que está exigiendo la gente. Si la gente considera que IU no es un instrumento válido, habremos fracasado. Es más, si la gente considera que es mejor irse a una plataforma de afectados por la hipoteca para luchar, porque realmente es más efectivo, entonces significa que hemos fracasado.
¿IU podría ser para España lo que Syriza fue para Grecia?
Sí, podría serlo. ¿Lo es actualmente? Yo personalmente creo que aún hay muchas cosas que cambiar y mejorar para que lo sea. Hay que pensar que Grecia está en un estado distinto al nuestro. Y por lo tanto, Syriza juega un papel diferente. Pero sí que es cierto que vamos en la misma línea. Creo que el modelo de Syriza es el adecuado para un contexto que es parecido al nuestro, aunque no es idéntico. Los cimientos están puestos y la situación existe. Ahora bien, hay que modificar la estructura interna, hay que renovar la organización.
Hay quien piensa que Cayo Lara no está aprovechando la ausencia del PSOE en el escenario político actual. ¿Sería el momento también de plantear un cambio en IU? Hablo de la dirección.
Es evidente que hay muchas cosas que cambiar. Pero yo me preocupo más de la ideología, no tanto de las personas. Sin embargo, si atendemos a los hechos, lo cierto es que cuando Cayo Lara accede a la coordinación general de IU, veníamos con Gaspar Llamazares de un 3,8% de los votos. Según las encuestas ahora contamos con un 12-13%.
Sí, ¿pero no cree que en esos datos el fracaso del PSOE ha tenido algo que ver?
Evidentemente, el PSOE ha estado cayendo. Pero según las encuestas nosotros crecemos mucho más de lo que caen los socialistas. Ha podido haber una afluencia de votos del PSOE a IU, pero también existe una afluencia de gente que antes no votaba al PSOE y ahora sí vota a IU. Ahora bien, no nos equivoquemos: La economía se cae de un día para otro, pero la gente tarda varios años en cambiar su mentalidad. La situación actual de España es que todavía existen redes institucionales y redes sociales (familiares fundamentalmente) que impiden que la gente que está en situación objetiva de insurrección generalizada salga a la calle. De momento parece que solo es una cuestión cuantitativa, crecen los desempleados y de hambrientos, pero no pasa nada. Habrá un momento en el que se de el salto cualitativo, que hará cambiar a la gente. Cuando esto ocurrió en Grecia, Syriza pasó de un 5% a un 25% de los votos en varios meses.
¿Usted estaría dispuesto a liderar un cambio generacional en IU?
La respuesta es muy clara. Sí. Pero porque cualquier joven que se ha metido en esta formación quiere hacer eso. El rol que cada asume después depende de las circunstancias históricas. Si decides contribuir en un procedimiento de transformación, y resulta que por las circunstancias históricas te toca ser líder, estupendo. Si resulta que la labor a hacer es otra distinta, pero va a contribuir de la misma forma, magnífico. Sobre todo porque yo creo en una cosa importante que el 15M nos ha enseñado: no es tiempo de liderazgos individuales, sino colectivos.
¿Qué lectura hace del resultado de AGE en Galicia y de La CUP en Cataluña? De discursos que están más a la izquierda de los mantenidos por partidos que tradicionalmente sois de izquierdas...
Yo los discursos ideológicos que hablan de economía y de política que mantienen Beiras y La CUP los comparto cien por cien. Si tengo alguna diferencia con ellos es en su enfoque nacional. Porque para mí el enfoque fundamentalmente que hay que mantener es de clase, no nacional.
Pero les pueden quitar votos...
A mí no me importa que se vayan votos. Es decir, yo siento igual de míos los votos de La CUP que los de nuestra coalición. Porque no pienso electoralmente de forma exclusiva. Yo lo que quiero es que haya diputados de izquierdas en los parlamentos y que mantengan una crítica al sistema capitalista. Y si esos son de La CUP o de Beiras me parece estupendamente bien. Para mí es una cuestión de ideología, no de siglas. Si la revolución la hace La CUP y no IU me da igual, porque yo lo que quiero es la revolución.
¿La recuperación de la socialdemocracia que encarna el PSOE y el auge de discursos más radicales como el de Beiras y La CUP podrían dejar a IU fuera de la escena política?
Ese escenario es bastante improbable por varias razones. Primero porque IU se va a radicalizar en poco tiempo. Creo que Izquierda Unida tiene un discurso muy moderado actualmente, a nivel formal; y que debería de ser más parecido al de La CUP y al de Beiras. Y en segundo lugar, la socialdemocracia no se va a recuperar porque hoy no tiene espacio económico. La socialdemocracia caracterizada por compartir la ganancia entre salario y beneficio, entre empresario y trabajador, se ha quedado sin espacio. Hoy nuestro país, después de vivir una burbuja inmobiliaria, tiene que competir contra países como China y Alemania. Como contra Alemania no podemos competir porque venden otro tipo de producción de alto valor añadido, no nos queda más remedio que hacerlo contra China. Eso es lo que dice la troika y por eso nos han bajado los salarios. El sistema nos obliga a competir y sólo podemos ganar la batalla si nos bajan los sueldos. Eso es lo que la troika dice, y es cierto. Es decir, un espacio de la socialdemocracia ha desaparecido. Y no es nuevo. Hace años que el PSOE dejó de ser socialdemócrata.
Es decir, ¿el partido que realmente no tiene hueco ya en el escenario de izquierdas es el PSOE?
Efectivamente, el PSOE no tiene espacio. Fíjese lo que le está pasando en estos momentos al PASOK en Grecia. Sus discursos no son coherentes. Si quisieran tener un discurso socialdemócrata, tendrían que haber renunciado a la Unión Europea ya. Porque la UE te ha generado un marco institucional que te obliga a competir contra China, que te legaliza los paraísos fiscales, que no lucha contra el fraude fiscal...En este marco, la socialdemocracia no existe.
Hace años que el PSOE dejó de ser socialdemócrata
Habría que romper con todos aquellos poderes ajenos al político.
¿Cómo?
Aquí en España, por ejemplo, recuperando un Banco Central. Aquí el Banco de España era el que emitía la moneda. Ahora eso está regalado a unos intereses que no controlamos. Habrá que recuperarlo. ¿Eso significa salir del euro? No necesariamente, poro podría significar eso. Hay que romper con la troika. Ójala la troika se diera cuenta de que la que tiene que cambiar es ella, pero no parece probable. Por ello hay que romper. Es la única manera de poner en práctica un modelo social distinto.
¿Como hizo América Latina con el Consenso de Washington?
Totalmente. Es la misma idea. Es un contexto distinto, una estructura productiva distinta, un entorno culturalmente distinto. Pero eso es lo que hay que hacer. Debemos romper con la troika.
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