1. El rescate o la supuesta ‘ayuda’ a España, no es una ayuda, son unas cadenas, una soga al cuello… que tienen como primer objetivo poner como avalista de las deudas privadas – de bancos, grandes empresas y fortunas – procedentes de operaciones especulativas al Estado español y sus ciudadanos.
2. Las reformas estructurales – que publicitan – como ‘necesarias’ para fomentar el crecimiento no son nuevas – llevan aplicándose desde hace más de 30 años – y, simplemente, suponen llevar al extremo el actual modelo de desigualdad y corrupción que nos ha conducido a esta crisis.
3. Estas reformas no tienen como fin la salida de la crisis, sino que, tienen como segundo objetivo privatizar y acaparar por parte de una minoría los recursos y bienes de todos. Su aplicación ha aumentando extraordinariamente las desigualdades sociales, la pobreza, la especulación financiera, etc.
4. Cuando llegó Margaret Thatcher al poder en el Reino Unido, en 1979, el 1% más rico tenía el 6% de los ingresos, en la actualidad tras las reformas ‘estructurales’ neoliberales acapara el 50% de los ingresos. Además, la pobreza se disparó del 9% al 24% de la población cuando abandonó el poder en 1990.
5. Por ejemplo, en España unas 1.400 personas controlan unos recursos económicos que equivalen al 80,5% de la producción nacional. A nivel global el 1% de la población posee el 43% de la riqueza y el 10%, el 83%.
6. Los supuestos ‘planes de ayuda’ o reformas estructurales han arruinando a millones de personas y a decenas de países que un día fueron soberanos y autosuficientes: México, Venezuela, Brasil, Argentina, Corea, Indonesia, Rusia, Tailandia, Etiopía, Somalia, etc. Y, ahora, pretenden hacer lo mismo con España, Grecia, Portugal…
7. Este es el tercer objetivo de los mal llamados ‘planes de ayuda’: someter, dominar y hacer dependientes a poblaciones y Estados soberanos, que eran independientes, por medio de los intereses de una ‘deuda ilegitima’ creada por la conjunción de los intereses privados de las élites dominantes.
8. Las supuestas ayudas y reformas – aplicadas con coacciones y amenazas – que prometían el crecimiento han hecho a los países pobres de África infinitamente más desdichados y sumamente endeudados: desde los años 80 a la actualidad la deuda ha pasado de 60 billones a 250 billones.