5 de noviembre de 2013

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Los residuos radiactivos generados por la industria nuclear son en la actualidad uno de los principales problemas de este sector energético. Sin embargo, lo que ahora es una patata caliente podría convertirse en pocos años en una fuente de riqueza prácticamente inagotable. Bill Gates quiere conseguirlo, pero en esta ocasión no ha sido profeta en su tierra. China podría ser su tierra prometida.
A muchas personas les cuesta creerlo, pero es verdad: todo el dinero que vemos fluyendo por nuestras economías desarrolladas tuvo su origen en un préstamo. Miremos a nuestro alrededor, pensemos en cualquier cantidad de dinero, e intentemos imaginar el camino que realizó ese dinero desde que nació hasta que llegó a nuestras manos. No importa cuán largo y sinuoso haya sido el recorrido; su nacimiento siempre tiene lugar en la concesión de un préstamo bancario. El dinero puede haber pasado de mano en mano hasta millones de veces, e incluso puede que haya vuelto al bolsillo de uno de sus antiguos dueños más de una vez, pero si logramos deshacer el trayecto en su totalidad, comprobaremos que el dinero nació en el momento en el que un banco autorizó un préstamo a una empresa, familia o administración pública. No hay otra; siempre ocurre así.
Recorriendo la historia de las sociedades, habremos tenido ocasión de hacer ver que, con frecuencia, existe un gran intervalo entre los derechos que la ley reconoce a los ciudadanos y los derechos de los cuales pueden disfrutar realmente; entre la igualdad establecida por las instituciones políticas y la que existe entre los individuos.
Poco a poco, pero de forma inexorable, el Gobierno va ajustando el Sistema Nacional de Salud (SNS) a su idea: una Sanidad de beneficencia. Sin embargo, el que ahora goce de una mayoría absoluta, entendemos, no le da derecho a acabar con algunos de los hitos más importantes que han alcanzado los españoles; uno de ellos, el de la Seguridad Social a través de un asegurador único, el Estado, está a punto de desmoronarse. Mas ya se sabe que gobernar es cuestión de ideología… Y la ideología de los populares parece estar clara: a ver qué réditos nos deja la finca.
La monarquía española se ha ido consolidando en los últimos años gracias a un amplio pacto de silencio que ha permitido ocultar sus actividades reales: los grandes negocios no siempre limpios -como se ha podido comprobar con Urdangarín y su esposa- de muchos de los familiares directos del Rey, la doble vida del monarca y sus actividades de comisionista global, la vinculación de la Reina con el gobierno en la sombra del mundo o una vida familiar desestructurada y muy poco ejemplar.Solo muy de vez en cuando se pueden leer en medios españoles cosas como las que escribió hace poco el periodista Jaime Peñafiel refiriéndose al Rey Juan Carlos: “Cuando recibió la citada herencia (se refiere a los 375 millones de pesetas que heredó de su padre) ya tenía un gran capital. No olvidemos que, desde el año 1973, gracias a las gestiones que hizo, a petición de Franco, ante el rey de Arabia Saudí para que a España no le faltara petróleo en aquella crisis, el gobierno autorizo a que, el entonces príncipe, recibiera un céntimo por cada barril de crudo que entraba en el país. Este acuerdo comisionista lo respetaron Adolfo Suárez y Felipe González. Ignoro quien acabó con tal práctica, ¿Fue José María Aznar? Aquello permitió que don Juan Carlos adquiriera una pequeña fortuna, incrementada, posteriormente, por otros, digamos, negocios” (Los dineros del Rey y la herencia de su padre).
"La información ya no tiene relevancia"
Estos últimos años se han hecho públicas informaciones de todo tipo que deberían haber dañado la estructura del Sistema hasta sus mismísimos cimientos y sin embargo la maquinaria sigue intacta, sin ni tan solo un arañazo superficial. Y esto pone de manifiesto un hecho extremadamente preocupante que está sucediendo justo ante nuestras narices y al que nadie parece prestarle atención. El hecho de que SABER LA VERDAD YA NO IMPORTA.
Parece increíble, pero los acontecimientos lo demuestran a diario. La información ya no tiene relevancia.
Nuestro cerebro se ha convertido en un drogadicto de la información rápida, en un yonqui ávido de continuos chutes de datos que ingerir, a poder ser pensados y analizados por cualquier otro cerebro, para no tener que hacer el esfuerzo de fabricarnos una compleja y contradictoria opinión propia. Porque odiamos la duda, pues nos obliga a pensar, ya no queremos hacernos preguntas, solo queremos respuestas rápidas y fáciles. Somos y queremos ser antenas receptoras y replicadoras de información, como meros espejos que rebotan imágenes externas, pero los espejos son planos y no albergan más vida en ellos que la que reflejan proviniendo del exterior.
Para emprender una transformación profunda de nuestro mundo, para iniciar una auténtica Revolución que lo cambie todo y nos lleve a una realidad mejor, deberemos descender hasta las profundidades de nuestra psique, hasta la sala de máquinas, donde están en marcha todos los mecanismos que determinan nuestras acciones y movimientos. Ahí es donde se está dirimiendo la auténtica guerra por el futuro de la humanidad. Nadie nos salvará desde un púlpito con brillantes proclamas y promesas de una sociedad más justa y equitativa, nadie nos salvará sólo contándonos la supuesta verdad, ni desvelando los más oscuros secretos de los poderes en la sombra.
Es pura lógica: No hay revolución posible sin una transformación profunda de nuestra psique a nivel individual, porque nuestra mente está programada por el Sistema. Y por lo tanto, para cambiar ese Sistema que nos aprisiona, antes debemos desinstalarlo de nuestra mente.
“No puede ser que en un planeta con los recursos agroalimentarios suficientes para alimentar al doble de la población mundial actual, haya casi una quinta parte de sus habitantes sufriendo infraalimentación”.
“La hambruna ya es una realidad en las banlieues parisinas y el pueblo español también está sufriendo la pobreza, como el resto de Europa”.
Los teóricos del neoliberalismo, “nos han hecho creer que hoy en día la austeridad es la única política posible, pero sólo se aplica a la clase trabajadora y nunca a los banqueros.
El neoliberalismo delictivo, “se cura con política”.
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“Con la comida que se tira podrían alimentarse 2.000 millones de personas”
”La mitad del cereal producido en el planeta es para satisfacer la demanda de consumo de carne. Hay un sobreconsumo de carne absolutamente insostenible”
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