No se puede tolerar la presión evidente desde la Casa Real a un juez, es decir, a todo el poder judicial
Es la Casa Real, con la retahila de "actos" realizados en los últimos días, la que está llevando al país a una crisis institucional de incalculables consecuencias
Este país debe estar orgulloso de la inmensa mayoría de los jueces, incluido el juez Castro
José Antonio
Gómez Yañez 5/4/2013
España se está acercando a una crisis institucional gravísima, tal vez la más grave desde la Transición. Unos días antes de que venciera el plazo para presentar varios millones de euros de fianza, se hizo público que el matrimonio Urdangarín-Borbón había vendido su casa en Pedralbes. Aún no sabemos el nombre de los compradores, desearía no encontrar al CNI o similares debajo de la tapadera que supongo. En todo caso, dado el estado del mercado inmobiliario, conseguir vender una propiedad como esa en apenas dos meses es, sin duda, un éxito comercial.
El miércoles el juez instructor convocó a declarar a la consejera de Noos, doña Cristina de Borbón, en calidad de imputada, a cuenta del proceso por todos conocido. Desde entonces se han producido varios acontecimientos, a mi manera de ver, gravísimos.
Primero, la "Casa Real" filtró que la citación judicial "había causado sorpresa" o algo así. La Casa Real no debe expresar sus estados de ánimo.
Segundo, la Casa Real filtró que con esta citación el juez había cambiado de posición, lo que es llamativo, porque el juez en este caso sólo se ha pronunciado a través de sus autos, y hasta donde yo conozco se había reservado "posición" alguna sobre el particular. Los jueces fijan su posición a través de autos, y si el curso de la investigación le lleva a cambiar de posición, eso forma parte de la instrucción.