En España, a diferencia de los países sajones, donde una infidelidad puede arruinar la vida política de un candidato, los problemas de sexo no descalifican a nadie. Del rey abajo, a nadie. Ningún personaje público ha perdido la carrera a causa de la bragueta. Es más, se suele pasar en silencio sobre los problemas sexuales. Ahora bien, el tema de los dineros es de máximo interés para los españoles. Nada preocupa más al ciudadano que saber cuánto tienen quienes mandan. Y si es el rey, para que les cuento.
En este momento en que los panegíricos y el almíbar nos tienen atragantados, tras la designación de un nuevo inquilino en el Vaticano en la persona de un señor argentino llamado Bergoglio, puede ser que proceda darse una vuelta por la historia del Papado, en la que ha habido de todo, bueno, malo y regular. Incluso lo muy malo y dañino para la humanidad en su conjunto, habida cuenta del inmenso poder espiritual y material que tiene la religión católica y su máximo representante.
Desde el primer Papa hasta el último ha habido personajes que mejor no hubieran sido elegidos, prueba evidente de que no hay que fiarse de una simple paloma sino tener la cabeza amueblada con sus correspondientes millones de neuronas en correcto funcionamiento.











