Encontramos a José Luis Sampedro sentado en su butaca, agarrado a la tabla en la que se apoya para escribir a mano. Ha vuelto a escribir a mano, ha regresado al origen de su modo de expresión... “Esta es mi tabla de salvación”, me dice, abrazándola entre sus brazos. Al contemplarle veo a un hombre de 95 años, enjuto, alargado, y uno se imagina que Sampedro bien podría representar sin maquillajes a ese Quijote que describió Cervantes... Pero este librepensador del siglo XXI no cree que los molinos de viento sean gigantes; él mueve las aspas de los molinos como si fuera un Sansón, revuelve el pensamiento, invita a la reflexión e, incluso aquellos que no comparten en absoluto sus planteamientos, se rinden ante la dignidad de su discurso. Sampedro transpira veracidad, esa veracidad que otorga la vivencia, la experiencia, la clarividencia que da el ‘déjà vu’... Y sigue, a pesar de la edad, abrazado a la tabla del conocimiento consciente de que en este mundo de náufragos sólo el conocimiento puede acercarnos a la orilla para recomenzar, para revivir, para reinventar.
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José Luis Sampedro. |
Está emocionado, emocionadísimo pensando que vuelve a la UAH casi medio siglo después. Y es que Sampedro recuerda que fue en el mismo Paraninfo donde, allá por la década de 1950, le pusieron el primer birrete de Doctor (por la Universidad Complutense, claro), el primero que ganó un doctor de Económicas. “A ese primer acto académico como doctor –dice sonriendo- ahora se une éste, que seguramente sea el último, y eso tiene su gracia, desde luego, aunque se trata de una distinción muy seria”.
El viejo catedrático de Estructura Económica, que se enorgullece de haber sido maestro de cientos de estudiantes, ha recibido el Doctorado Honoris Causa por la facultad de Filosofía y Letras de la UAH, y eso le añade una pizca de orgullo mayor, porque la literatura ha sido durante toda su vida una gran herramienta para expresar su riqueza de pensamiento. “Para mí es imprescindible creerme lo que cuento, tengo que estar en las botas del personaje, tengo que vivir lo que escribo, aunque sea pura ficción, y cuido muchísimo la estructura de los libros para evitar cometer errores”.
Últimamente no escribe mucha literatura, escribe más sobre su pensamiento, tratando, como él dice, de poner un poco de luz y dar ánimo en los tiempos que vivimos. Eso es lo que ha hecho en su último libro publicado, ‘Cuarteto para un solista’, que ha escrito en colaboración con su mujer, Olga Lucas, que hoy le contempla desde lejos, al otro lado del cuarto, con una mirada siempre atenta y expectante. Aunque expresar su pensamiento y decir en voz alta lo que piensa y a quienes alienta también le causa algún disgusto serio que, como él mismo señala resignado, ya no se puede enmendar. Y es que en las últimas semanas pulula por la red, expandiéndose por los blogs como la pólvora, una carta publicada en 'izquierdadigital.com' atribuida a su persona que él no ha escrito, “porque yo nunca podría ser tan ordinario y tan soez”, recalca. Ante la evidencia, resignación, “porque ya no se puede hacer nada”, pero también cierta dosis de decepción, máxime cuando se sabe ‘conductor’ de muchas actitudes y pensamientos, sobre todo entre los jóvenes, que pueden atribuirle palabras que no son suyas.
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Sampedro en su casa, donde escribe. |
“Yo estoy con los de mañana” Uno de los principales planteamientos de Sampedro coincide con el de aquellos pensadores que defienden la necesidad de abrir puertas y ventanas al nuevo mundo que ha llegado y al que las viejas organizaciones de la sociedad del capital se niega a recibir. “La verdad es que hay personas que no se dan cuenta de que estamos entrando en un nuevo mundo, y eres de los de antes, o eres de los de mañana. Y yo estoy con los de mañana; primero porque he estado con los de mañana toda mi vida, y porque no tiene sentido aferrarse a los viejos postulados, porque no podemos petrificar el pasado. De ninguna manera, la vida es todo menos petrificación. No puedo decir que esto va a ser fácil, ni que va a ser rápido. Estamos inmersos es una crisis muy profunda, que afecta a todo, al devenir histórico integral, pero estamos pasando a otra etapa diferente a la de la organización capitalista surgida en el siglo XV, debido a las innovaciones técnicas, comparables con lo que ocurrió a finales de la Edad Media, y eso nos va a hacer dirigirnos hacia otro lado”.
“¿Hacia dónde vamos?” Nadie sabe a ciencia cierta hacia dónde se encamina la humanidad en estos albores del siglo XXI, pero hay muchas especulaciones y él se “atreve” a especular. El literato y economista José Luis Sampedro piensa que la civilización se dirige hacia un mundo comandado por la ciencia. “Yo miro alrededor y ¿qué es lo que en estos momentos tiene fuerza, despierta ilusión, progresa?... La ciencia. El capital ya no sabe lo que pasa, no sabe qué hacer con los avances técnicos, la religión está debilitada, el arte está bastante decaído... Lo que progresa a toda mecha es la ciencia y la tecnología. La informática ha cambiado la relaciones personales y la organización del sistema. Es completamente anacrónico, por ejemplo, que exista un mecanismo como el Parlamento, con 300 ó 400 personas, como elemento de representatividad. Pero ojo, la ciencia es muy amplia y hay riesgos, como la excesiva tecnificación; aunque hay también otra posibilidad: están las ciencias de la vida, de la biología, que trata con mecanismos vivos, y el referente puede ser la vida, el mundo de lo pequeño”.
“Llaneza muchacho, y no te encumbres, que toda afectación es vana” (Cervantes) Otra de las claves del pensamiento de Sampedro es la necesidad de que el hombre se sienta lo pequeño y lo limitado que en realidad es. “No se trata de adaptar el mundo a nosotros, sino de que nosotros nos adaptemos al mundo. Todo no puede ser productividad económica, que no es ni el único ni, por supuesto, el valor más importante. La economía tiene que servir para satisfacer las necesidades humanas; ese es su verdadero fin”.
Y para los estudiantes, el maestro aconseja...“Que procuren por todos los medios tener el pensamiento libre. Tienen que vivir su propia vida, y para ello tienen que pensar con libertad y para eso hay que formarse. Yo repetía constantemente a mis alumnos: ustedes no tienen que aceptar lo que digo por el hecho de que lo digo yo, tienen que tener sus propios criterios, y eso lo da el conocimiento, y eso es lo que se veta continuamente hoy”
“En la vida se aprende con la práctica”Cuando se le pregunta por la medicina que le han prescrito para mantenerse con esa vitalidad a sus años, él responde que la medicina es la pura práctica de vivir. “Yo siempre he aceptado que el día que uno nace es el día que empieza a morir, y como no tengo ningún miedo al más allá, porque no creo en nada de eso, aunque respeto a los que sí lo creen... y además tengo la suerte de tener a mi lado una compañera que me está haciendo felices estos días, lo único que deseo es irme tranquilo, sin aparatosidades”. Y a renglón seguido comenta que vivir es cuestión, sobre todo, de medida, de sensatez, de procurar no sacar las cosas de quicio... "Yo he procurado siempre hacer las cosas lo mejor que he podido, estoy contento con lo que he hecho porque he dado todo lo que podía dar, y entonces no se puede pedir más. La receta es sensatez, la sabiduría es en parte sensatez. Y también humildad, porque es una cualidad inmensa; al humilde no se le puede humillar...”
Me acompaña a la puerta de la mano de su mujer, Olga, con paso lento, pero con una dignidad ante la que no puedes hacer otra cosa que arrodillarte. Tras la puerta uno siente la impresión de que ha vivido un momento grande y se reconcilia con el ser humano.
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