4/2/2014
Entrevista con Zygmunt Bauman
Sonríe feliz cuando encuentra un cenicero en la sala que la Fundación Rafael del Pino ha habilitado para las entrevistas de prensa. Fumador empedernido, tiene su pipa (apagada) a mano durante la conversación, en la que muestra una vitalidad inesperada para sus casi noventa años. Zygmunt Bauman, nacido en Polonia en 1925, reside en el Reino Unido desde 1971, donde fue profesor en la Universidad de Leeds, pero fue a partir de los 90 cuando su obra se popularizó, convirtiéndose en el sociólogo de referencia, gracias a aportaciones conceptuales como sociedad líquida. Autor prolífico de éxito tardío, asegura escribir lo mismo que antes, sólo que ahora se lo publican. España le concedió en 2010 el premio Príncipe de Asturias de Humanidades, exaequo con Alain Touraine.
En su último libro publicado en España, ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? (Paidós), Bauman refuta esas tesis populares según las cuales vivimos en un mundo mejor porque hay más riqueza global. ”Podemos valorar cómo está el mundo haciendo una media, pero el ser humano medio no existe, es una ficción estadística. Una investigación muy iluminadora, realizada por Richard Wilkinson y Kate Pickett [editada por Turner en España con el título Desigualdad], muestra cómo la calidad de vida de una sociedad no se mide a través del ingreso medio, sino mediante el grado de desigualdad en los ingresos. El alcoholismo, la violencia, la criminalidad y demás patologías sociales aumentan cuando lo hacen las desigualdades aunque la riqueza global se incremente”.
"Las nuevas generaciones ya no parten de lo logrado por sus padres, sino que tratan de alcanzar las condiciones bajo las que vivieron"
No nos encontramos en un buen momento, asegura el sociólogo, porque estamos de repliegue, regresando a cotas de desequilibrio que creíamos haber abandonado para siempre. Bauman señala que en los treinta años posteriores a la Segunda Guerra Mundial las políticas estatales intentaron que aumentase la riqueza total, pero también que su distribución alcanzase al mayor número de gente posible, de modo que cada vez más personas pudieran incorporarse a una situación de bienestar. Sin embargo, a partir de los 70, esa tendencia cambió de sentido, acelerándose ahora de modo preocupante. Bauman recurre a palabras del Papa Francisco para señalar cómo esas diferencias en los ingresos se han hecho demasiado evidentes: “las ganancias de una minoría están creciendo exponencialmente, lo que provoca que también crezca la brecha que separa a la gran mayoría de la prosperidad que disfrutan esos pocos felices”.