La trágica historia de Monsanto
Este complejo político-económico se ha declarado un paladín de las causas nobles que logren reducir el hambre en el mundo, aunque la realidad demuestra lo contrario de tan santas afirmaciones.
Nacida en 1901, inicia su trabajo técnico produciendo el edulcorante artificial sacarina para Coca-Cola en 1912 y desde la década del 30 sus productos han sido aplicados con resultados deplorables para la población, entre los cuales se cuenta el PCB, refrigerantes industriales vinculados al cáncer y enfermedades asociadas. Durante los años 40, el negocio de Monsanto estaba enfocado principalmente en la fabricación de plásticos y fibras sintéticas y posteriormente a mediados de siglo, por intermedio de informes reservados que han sido desclasificados, confirman una relación desconocida hasta entonces, en la que Monsanto “participó activamente durante la Segunda Guerra Mundial en la creación de la primera bomba nuclear para el Proyecto Manhattan a través de sus instalaciones en Dayton, Ohio, y llamado el Proyecto Dayton encabezado por Charlie Thomas, director del Departamento Central de Monsanto de Investigación (y más tarde presidente de Monsanto) y operó una planta nuclear para el Gobierno federal en Miamisburg, también en Ohio, llamado el Proyecto montículo hasta los años 80.”(1)
También ha sido denunciada por su intervención en Vietnam al aplicar 2,4,5-T, un poderoso herbicida que contiene una dioxina altamente tóxica, base del Agente Naranja que contaminó territorio y seres humanos durante la guerra, lo que produjo daños inclementes a la naturaleza, más de un millón de discapacitados y medio millón de niños con malformaciones, sin contar sus efectos medio siglo más tarde.
Posteriormente, aplicaron la hormona de crecimiento bovino (BGH), con el fin de aumentar la producción de leche. El resultado es que existen 22 efectos secundarios graves que son reconocidos científicamente, descartando la bondad de sus declaraciones al manifestar que sus productos poseen 100% de biodegradabilidad y no toxicidad. Actualmente está dedicado al control biotecnológico de las semillas a nivel del orbe.
El poder de Monsanto es increíble pues sus ramificaciones afectan a decenas de gobiernos. Leyes en diversos países como México, para proteger oficialmente a esta organización, demuestran injerencia efectiva. Sus redes en la ciencia son capaces de neutralizar la investigación independiente y asociarla a la libertad de prensa como aparato reproductor de sus políticas. Esta multinacional estadounidense de biotecnología química y agrícola, cuyo fin es obtener el monopolio del suministro de alimentos en nuestro planeta, está operando en más de setenta países y controla actualmente la siembra de semillas GMO en más de 114 millones de hectáreas. Representa más del 90% de todos los cultivos transgénicos del mundo y sus nexos con el mundo político son extremos. El dominio del mercado lo consiguen a través de empresas destinadas al ramo agroalimentario que se unen para acaparar todo el proceso de los alimentos, desde su producción hasta su distribución, estableciendo el monopolio de toda la cadena con un círculo vicioso que vincula vendedor y productor sin capacidad para escapar de esta prisión; si se sale es penado por la ley o posiblemente corre riesgo su integridad familiar, ello con la anuencia gubernamental y de empresarios nacionales.