4/6/2014
Beatriz Talegón
Como socialista, como europea, como demócrata, como ciudadana
Traidor el que me promete que cada militante tendrá un voto pero luego se guarda en la manga una estrategia para que en realidad mi participación se limite a votar en una consulta no vinculante, a aquéllos que hayan superado los obstáculos de los avales. Y posteriormente, además, tengo que pasar de nuevo por la criba de los delegados, que moverán mi voto como si fuera un guisante debajo de un cubilete de trilero.
Traidor el que sabe del proceso y se llena la boca alegrándose de que, por fin, los militantes lo hemos conseguido. Quien anuncia a bombo y platillo que, gracias al clamor de la militancia socialista, hemos conseguido que por primera vez en un Congreso decidan los militantes directamente. ¿No os da vergüenza? En serio ¿os creéis lo que decís (si es así, deberíais leer más despacio las normas), o sois conscientes del engaño, y pensáis que los tontos somos los demás?
Traidores algunos medios de comunicación que han destapado sin lugar a dudas su apoyo a determinados poderes fácticos, al aparato de un partido que está dando sus últimos coletazos. Ha sido evidente cómo han tratado de dar cobertura a una información sesgada y con un interés evidente: que la militancia se diera por escuchada, por satisfecha, cuando en realidad todas las trampas están previstas para que el Partido Socialista Obrero Español siga funcionando como hasta ahora, a pesar de esforzarse por aparentar un cambio y modernizarse (por aparentarlo, vaya). Pero si en algo voy a darle la razón al Secretario General es que, tal y como dijo en la Conferencia Política, “han vuelto”. Y efectivamente, aquí los tenemos, los especialistas en hacer y en deshacer y demostrar que están por encima del bien y del mal.
Somos los que decimos las cosas claras los que rompemos el partido, según ellos y quienes les aplauden. Será que ellos lo están haciendo de maravilla, y no sabemos interpretar correctamente la pérdida a raudales de militantes y de votos.
Y por mucho que traten de limpiar la cara con algún que otro rostro joven, es evidente que las opciones que nos plantean son de un color gris bastante deprimente. Sin frescura, sin valentía, sin alegría ni la bravura que hace falta en los tiempos que corren. Así no se cambia nada, que es lo que queremos muchos militantes y es lo que exige la ciudadanía.
Cambiar una estructura no es cambiar la cara visible y tratar de esconder los cables de la marioneta. Regenerar no es bajar la media de edad, sino analizar seriamente hacia dónde se ha llevado una organización que, prácticamente está a punto de morir. Reanimar al partido a base de ideales, de personas con firmes convicciones y con coherencia y valentía para defenderlas. Ya no sirven los complacientes, los tibios y los grises. Por muy jóvenes que sean. Es tiempo de afrontar con responsabilidad la tarea de limpiar todo lo que se ha acumulado durante demasiado tiempo. Traición a la democracia interna, a la verdadera regeneración, a la ética, al respeto a los compañeros y compañeras.
Traidores todos los que os estáis riendo en nuestra cara al haber urdido un plan durante mucho tiempo. Un teatro que termina con un gol por la escuadra. Esta función donde “érase una vez un rey, y otra, y otra….”. Un cuento de miedo donde tus cartas están marcadas y alguien tira los dados por ti continuamente. Traición a todo lo que nos habéis contado: nacimos en una aparente democracia y no contáis con nosotros para hacerla efectiva. Pero esperáis que aguantemos en las listas del paro, encerrados en casa de nuestros padres, con los sueños pisoteados mientras escuchamos vuestras carcajadas, ya insultantes.
Traidores los que nos han hecho asumir que somos todos iguales ante la ley, que todos debemos tener las mismas oportunidades, y que la justicia ha de ser la misma. Mantener una institución antidemocrática, que se perpetúa de manera hereditaria -y ninguneando a las mujeres- no es más que un insulto a la ciudadanía. Si este príncipe quería ser rey debería haber sido, entre otras cosas, más consecuente: “Felipe, a las duras y a las maduras. O sea, que si quieres ser un ciudadano normal para casarte con la “plebeya” de la tele, renuncias a tu trono y como todo hijo de vecino, te pones a trabajar y te casas enamorado y tienes hijos y comes perdices. Pero te las pagas tú. Si lo que quieres es llegar al trono, asume que te debes a tu sangre azul, por muy triste que te parezca.”
Traición es no consultar a la ciudadanía que en definitiva es soberana y está capacitada para elegir a sus representantes. Y el rey, de momento, lo es. ¿Cómo es posible que sea tan sencillo cambiar la Constitución a la sombra del articulo 135 y ahora plantear una consulta popular sea prácticamente imposible?
Traición es pertenecer a un partido político republicano, que fue defendido con la vida de tantos compañeros y compañeras (yo sí los puedo llamar así), que hoy llorarían al escuchar las cosas que han dicho algunos dirigentes que se denominan “socialistas”. No tendría yo la sangre fría para hablar mirando a los ojos de aquéllos que se echaron al monte y acabaron enterrados en cunetas por defender la libertad, la solidaridad, el socialismo y la república. No me creo que queráis preservar la estabilidad del Estado respetando la Constitución; más bien me huele a intereses creados y mantenidos durante mucho tiempo. Y me huele a miedo y a fines que también suenan a traición de valores y principios que sé que no compartimos.
Traición la de Europa ahora que resulta que después de habernos contado que íbamos a elegir por primera vez a nuestro presidente en la Comisión Europea, resulta que el Consejo está tratando de imponerse. Traición que los grupos de izquierdas tales como PODEMOS, IU, o el propio PSOE están planteando su apoyo a Juncker, sí, ése a quien atacaron toda la campaña por ser uno de los de la troika y de derechas. Traición por los unos y por los otros. Traición por los de más allá.
No tengo imaginación para tratar de adivinar la sorpresa que me espera mañana. Pero sin lugar a dudas habéis conseguido que espere cualquier cosa de vosotros. No confío en vosotros; y por eso decido pelear y gritar bien alto. Para que se me oiga. Y trabajar duro, para cargar mis palabras de razones. Y tengo tiempo para ver todas las veletas girar; para ver cambiar las chaquetas, para observar cómo desfilan los traidores.
Los de la falsa democracia, la falsa estabilidad, la falsa europa, la falsa militancia, la falsa participación, la falsa transparencia, el falso socialismo, la falsa verdad y la falsa transición.
Entre tanta falsedad parece imposible encontrar algo de autenticidad, y sin lugar a dudas, el proyecto que emprendemos desde Izquierda Socialista de momento es lo único que me lo parece y por eso, apuesto por ello con toda la exigencia y dispuesta a no aguantar traiciones.
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