
Europa, que tanto se ha beneficiado y se beneficia de América Latina, sigue sin querer reconocer, aferrada al ocaso de un sistema que ha sustituido los principios democráticos por las leyes mercantiles y el multilateralismo democrático por grupos oligárquicos, las lecciones que, en múltiples aspectos, están dando hoy los países del continente suramericano, por fin emancipados.
De manera sorprendente, el editorial de opinión de “El País” del día 2 de febrero, titula así su comentario de la Cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe) que acaba de celebrarse en la capital cubana: “Simulacro en La Habana”. Dice entre otras lindezas: “Las conclusiones han sido un catálogo de buenos deseos –fortalecer el acercamiento, declarar la región como “zona de paz” o luchar contra la pobreza- que calca la retórica de otros foros”.
He aquí algunas de las resoluciones adoptadas en la II Cumbre de los días 28 y 29 de enero de 2014:
• Seguiremos trabajando en planes, políticas y programas nacionales para reducir progresivamente las desigualdades de ingresos que están en la base misma del hambre, la pobreza y la exclusión social mediante, entre otras, políticas fiscales progresivas, de creación de empleos formales permanentes, de protección, de asistencia y seguridad social, de establecimiento de salarios mínimos y su elevación progresiva…
• Otorgamos la más alta prioridad a fortalecer la seguridad alimentaria y nutricional, la alfabetización y post-alfabetización, la educación general pública gratuita, la educación técnica, profesional y superior de calidad y pertinencia social, la tenencia de la tierra, el desarrollo de la agricultura… y de la salud pública universal, el derecho a la vivienda adecuada para todos…
• Se procederá a la “elaboración de una Agenda Estratégica Regional sobre la Gestión Integral del Riesgo de desastres”…