18/5/2014
Pablo Martínez, activista de la Plataforma Auditoria Ciudadana de la Deuda, tiene como objetivo concienciar a la sociedad de su poder para que entienda que "el no pago de la deuda es tan necesario como posible"
Digamos que hay que apuntar a Marte para llegar a la Luna, lograr el no pago de la deuda y la restitución de la deuda ilegítima que ya se ha pagado, es el final del camino; pero tenemos objetivos a corto plazo que definen nuestra labor cotidiana como denunciar y exigir responsabilidades a los actores que generan el endeudamiento, creación de espacios de aprendizaje, democracia participativa, además de otros objetivos a largo plazo como un retorno a la soberanía de la población, un cambio de modelo social, económico, político y humano.
Aunque la gente sabe infinitamente más de lo que sabía al principio de la crisis, todavía queda bastante por saber. Ahora bien, el nivel de movilización y de tejido social que hay a día de hoy no tiene nada que ver con el que había hace diez años.
Ese es el discurso oficial de enfrentar países entre sí, es un pacto entre élites; los pobres alemanes han sufrido lo suyo; la clase trabajadora tiene décadas de recortes y pérdidas.
Un claro ejemplo es la condonación de la deuda alemana cuyos acreedores tenían miedo y se resignaron a no recibir el pago de esa deuda de guerra; consideraron fundamental contentar a la población alemana, a condición de que salieran de la crisis. ¡Cuidado con humillar al pueblo alemán, porque nos jugamos mucho!, decían. Esto difiere en gran medida de la condonación de la deuda griega que ha sido más bien un perdón pero... acompañado de veneno.