Acaba de presentar la nueva reforma educativa que, como las anteriores, nace con la intención (inalcanzada por ahora) de durar décadas. Al ministro de Educación, José IgnacioWert (Madrid, 1950) le, le disgusta que se etiquete como reválida su propuesta estrella. Casi tanto como que se diga que mira hacia atrás. Wert reconoce que es víctima de su impulso por polemizar y debatir. De momento, no parece que su locuacidad se haya resentido.
Nuevo ministro, nueva ley educativa. ¿Los padres se merecen esto?
Lo que los padres se merecen es vivir en un país donde el sistema educativo no condene al fracaso a una cuarta parte de los que están en él. En absoluto, creo que sea bueno desacreditar el sistema educativo. Decimos que tenemos los jóvenes mejor preparados de la historia y eso es cierto si los comparamos con la situación de hace 40 años. Sin embargo, la comparación que hay que hacer no es con nuestro pasado sino con nuestro presente, con aquellos que nos rodean. Porque nuestros hijos están enfrentándose en una competición que cada vez es más global, con jóvenes de otros países. Y por eso, PISA es tan importante.
Que haya una 'reválida' al final de cada una de las etapas, incluida la primaria, ¿no es una vuelta atrás a los años sesenta?
No sólo no supone una vuelta atrás, sino que es claramente lo contrario. Es un error pensar que es posible desarrollar un sistema educativo de éxito sin una métrica rigurosa que permita la señalización a los padres, a los propios estudiantes, a los centros y hasta a las administraciones, y sobre todo que genere incentivos positivos al alumno. Si para cuestionar la reforma, se quiere llamar a las pruebas reválidas, cada uno es libre de hacerlo. Pero sostener que, por poner en marcha una cultura de la evaluación, se va hacia atrás, me parece un juicio completamente desenfocado.
La reforma que plantea recuerda a la LOCE de Aznar.
Esta es una reforma impulsada por un gobierno del PP y, como es lógico, contiene elementos de una filosofía educativa que se aprobó en el papel, aunque jamás llegó a aplicarse. Pero la nueva propuesta está concebida desde un análisis de la situación, la del 2012; desde unos problemas del sistema educativo, los del 2012, y con una perspectiva que no es la de 1996 ni la del 2012 sino la del 2020, que es cuando nos vamos a examinar en el cumplimiento de objetivos europeos. La reforma mira hacia delante, no mira hacia atrás. Además tiene una concepción muy instrumental y muy moderna, intenta resolver los problemas que existen, no los problemas que ideológicamente hemos dado en suponer que existen.
¿Ha habido falta de exigencia hasta ahora?
Desde luego, no por parte de los profesores. Ha habido elementos que por capas freáticas sucesivas se han ido introduciendo en el sistema y que evidentemente han producido una importantísima relajación del nivel de exigencia. Los primeros en presionar a la comunidad educativa para mejorar resultados en las estadísticas son los gobiernos. No nos podemos hacer trampas al solitario. No podemos ser tolerantes con el fracaso, o peor aún benevolentes, buscando una mejora aparente de resultados. Sería engañar a nuestros hijos.
Usted justifica la reforma en que hay corregir las tasas de abandono. Con más exigencia, el fracaso escolar subirá o, como mínimo, hará aflorar el que ahora estaba oculto.
Una cultura de la exigencia tira hacia arriba los resultados de todos, una cultura de la mediocridad los baja aún más. Niego como hipótesis que introducir evaluaciones externas signifique establecer barreras y que, por lo tanto, pueda fomentar el abandono escolar temprano. Todo depende de la arquitectura y las formas de salir del laberinto. Que los chavales elijan el camino antes, lucha contra el abandono porque estás abriendo vías nuevas hasta el final de la obligatoria, y la obligatoria es para todos.
Cunde la idea de que el examen en 6º de primaria supondrá segregar a los alumnos entre listos y torpes sin atender a circunstancias individuales.
Esta prueba tiene limitadísimos efectos académicos individuales. Se trata de ver si el niño o la niña lee y escribe correctamente, sabe hacer las cuatro operaciones de cálculo y tiene rudimentos del idioma extranjero. Si no pasa la prueba, puede que deba repetir. Aunque ni siquiera está cerrado.
¿Entonces es posible que los no repetidores puedan pasar también a la ESO?
Se podría aceptar siempre que el centro considere que pasar a la ESO con un informe -como lo hacen los repetidores que no superen la prueba- es más eficaz.
¿Por qué conviene adelantar que el chaval elija entre bachillerato y FP cuando acaba 3º de ESO? Se decide con 15 años.
Se trata de que sea una decisión informada. Planteamos que en 3º de ESO haya un diagnóstico del alumno, que el centro le recomiende tomar la vía a FP o al bachillerato. No será obligatorio seguir esta recomendación. Es evidente que no ha funcionado la idea de que para que nadie se quede atrás, vamos a ir todos despacio. Confundimos comprensividad con inclusividad. Soy partidario de que el sistema tenga el 100% de inclusividad, pero discrepo de que la forma de lograrlo sea la comprensividad.
¿Si el chaval toma una decisión a los 15 que se demuestra errónea, puede rectificar?
Debemos encaminar a cada uno al mejor uso de su talento. Para eso, hace falta que el sistema señalice bien lo que ocurre, y que todas las salidas tengan una consideración social no igual, porque no van a ser igual, pero sí de igual dignidad. Y tan importante como la dignificación de todos los caminos es la efectividad de las pasarelas entre ellos.
Muchos profesores aseguran que 2º de bachillerato se ha convertido en un curso para preparar la selectividad. Con las nuevas pruebas, ¿no se multiplicará el problema por tres?
¡No! La forma de estas pruebas impedirá concebir el curso como la preparación del examen.
En tiempos de recortes, ¿cómo se van a pagar los programas de rendimiento que prevé la reforma?
Hemos hecho un análisis muy cuidadoso de los costes de la reforma. Y no sólo incluye mediadas que cuestan dinero sino también ahorros. La idea es que el coste neto de la reforma se solvente gracias al ahorro por la compactación curricular.
¿Menos peso de las optativas significará menos profesores?
Habrá menos asignaturas. Existirá una cierta optatividad, pero no puede ser que, como vías, en 1º de bachillerato tengamos nueve y en 2º, once. Es antieconómico. Ahora tenemos ratios de profesores por alumno altísimos. No perdamos de vista que es una variable de proceso, no de resultado. Se trata de que el resultado sea más eficaz. Nuestra obligación es proporcionar educación de calidad accesible para todos. No me obsesiona el número de profesores. Si tenemos los recursos para una educación muy personalizada, mejor. Pero la educación es un proceso que ahora mismo está consumiendo una inversión pública de 52.000 millones de euros y estos salen de los impuestos de los ciudadanos.
Adiós a la selectividad actual. Si cada universidad fija unos criterios de acceso, ¿el gasto que comporta al alumno hacer cada prueba no será una traba para la movilidad?
Al contrario, creo que será un incentivo de movilidad.
El precio de las matrículas universitarias se dispara pero no hay más presupuesto para las becas. Los créditos blandos están en hibernación. ¿Qué pasa con la equidad del sistema?
La dotación de las becas no se ha tocado. En cuanto a las tasas, se mantienen los mismos umbrales económicos para la exención del 100% de la matrícula. Reconozco que con el nuevo sistema de tasas, en aquellas comunidades que opten por aplicar la parte más alta de la escala, las familias que superan el umbral que da derecho a la exención de matrícula se enfrentan a una dificultad económica mayor. En ese tipo de familias estamos pensando para los créditos ICO: estamos negociando una nueva línea de préstamos pensando en aquellas comunidades que apuren al máximo las posibilidades de la subida de tasas.
Como Catalunya.
La fórmula de Catalunya es muy buena porque la subida es escalonada, en función de la renta.
¿Los créditos serán sólo para los máster como ahora o también para estudios de grado?
Sí, también para los grados.
¿Estarán para septiembre?
Hay un problema técnico por resolver, pero no lo descarto. Y con esa línea de crédito queremos incentivar, por ejemplo, que se estudie fuera del domicilio familiar. Si no hay posibilidades de movilidad, no hay incentivos a la universidad para distinguirse y, por tanto, tiene menos incentivos para mejorar. La capacidad de atraer alumnos no puede depender de lo abundante que es el flujo de estudiantes que viven en un radio equis de kilómetros.
Si tus padres no pueden pagarte la carrera, todo es más difícil porque se endurecen los criterios académicos para acceder a una beca. ¿Es justo? ¿Vamos hacia una universidad sólo para quien se la pueda pagar?
Sobre la subida de los mínimos académicos, seré claro. Es un argumento absolutamente falaz decir que se está atacando la igualdad de oportunidades. Para dar una beca no se están pidiendo resultados de excelencia, sino un rendimiento básico. Sólo se les está reclamando lo que la mayoría de ellos hace: responder con su esfuerzo al esfuerzo que la sociedad realiza por ellos. Se les está pidiendo que retribuyan con un rendimiento estándar, por debajo de la nota media de los que acaban la titulación de grado.
Los rectores dicen que usted no es dialogante. Le han llegado a plantar para mostrarle su enfado por que no les consultó sobre los recortes.
Hemos restablecido una relación absolutamente normal. El plante fue un malentendido y los malentendidos, cuando hay flexibilidad y voluntad entre las partes de superarlos, se superan.
Vía: http://www.lavanguardia.com/vida/20120708/54322854389/ignacio-wert-reforma-educacion.html