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2 de septiembre de 2012

De bancos malos y gobiernos terribles


Pijus Economicus


Este viernes el gobierno de España anuncia un nuevo decreto ley que pondrá en funcionamiento el llamado banco malo. Se trata de una medida que venía incorporada en el memorándum que el Gobierno negoció con la troika, el cual no es otra cosa que un conjunto de condiciones económicas que ha de realizar España a cambio de los 100.000 millones de euros del rescate. Es decir, se trata de una nueva imposición que refleja la pérdida de un grado más en la soberanía de nuestro país.
Pongámonos en contexto. Actualmente estamos viviendo la resaca de la burbuja inmobiliaria, durante la cual se construyeron entre 2002 y 2007 más viviendas que en Francia y Alemania juntas (y ambas cuentan con el doble de población y el triple de territorio). Ese proceso de construcción desaforada permitió enormes ganancias al sector de la construcción-inmobiliario, que en alianza con los poderes políticos locales pudo utilizar mecanismos como las reclasificaciones y recalificaciones de suelo para añadir unos cuantos ceros a sus ganancias habituales. La conocida y práctica habitual del “pelotazo urbanístico”.
Pero en ese proceso no se utilizaba sólo dinero ahorrado sino también dinero prestado, así que durante todos esos años la economía española vio como su endeudamiento privado se disparaba. Las grandes empresas de la construcción se regaban con deudas y también los hogares (especialmente los más ricos) multiplicaban su endeudamiento para comprar varias viviendas y poder participar en la orgía especulativa. El acceso a la Unión Europea había supuesto el desmantelamiento del sector industrial y agrario de España, así que el binomio construcción-inmobiliarias se convirtió en el motor del crecimiento español y de la creación de empleo. Cuando la patata caliente estalló y ya nadie quería comprar viviendas todo se vino abajo. Las constructoras tuvieron que cerrar tras despedir a miles de trabajadores y sus activos (viviendas, suelo, préstamos, etc.) pasaron a formar parte de los bancos y cajas que les habían prestado el dinero.

1 de septiembre de 2012

Desobediencia civil, Estado de Derecho y la izquierda


Pijus Economicus

Las acciones del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), y su réplica en Extremadura, han sido fenómenos políticos que han marcado la agenda mediática en las últimas semanas, pero desgraciadamente y por lo general los debates se han limitado a aspectos superficiales de la acción. Con ánimo de descender hacia el fondo teórico de tales acciones el compañero Luis Felip [LF] [2] ha escrito un post en su blog en el que reflexiona sobre el binomio legalidad y legitimidad, trayendo al debate aspectos cruciales de lo que es la estrategia y táctica de la izquierda anticapitalista. El objetivo, a mi entender, es dilucidar si estas acciones son coherentes y consistentes con la acción política de la izquierda y, en concreto, de Izquierda Unida. Mi intención es hacer aquí algunas aportaciones a dicho debate, tratando de justificar que estas acciones son tácticas adecuadas que se inscriben en una estrategia que busca alcanzar una democracia real y un verdadero Estado de Derecho.
La desobediencia civil
Los propios ejecutores de las acciones mencionadas han defendido su proceder basándose en que eran acciones de desobediencia civil, esto es, acciones pacíficas que se sitúan en la frontera externa de la ley. Como nos recuerda LF, “para Rawls, la desobediencia civil significa que, asumiéndose lo fundamental del estado democrático de derecho realmente existente (a pesar de sus imperfecciones), y en especial los principios de justicia que lo rigen, se lleva a cabo una forma de disensión” que se situará en la frontera de la ley por su lado externo.
LF repasa los rasgos propios de una acción de desobediencia civil (entiendo que siguiendo a Fernández Buey), y entre los cuales se encuentra la existencia de una finalidad política, el respeto a las reglas de juego, la aspiración de alto consenso en la población, la aceptación de las consecuencias legales y su naturaleza pública, pedagógica y pacífica. Naturalmente en la historia podemos encontrar muchos ejemplos de acciones que se ajustan a tal descripción, siendo los más citados en estos días las acciones de Gandhi y de Rosa Parks. La acción del SAT podría perfectamente también enmarcarse  aquí.

26 de agosto de 2012

Explicando económicamente la insensata estrategia de la troika y Rajoy


25 agosto 2012
Alberto Garzón Espinosa – Consejo Científico de ATTAC España
Podemos perfectamente considerar que el gobierno de Rajoy es un gobierno vasallo que se limita a obedecer el dictado de la llamada troika -Banco Central Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional-, lo que significa que en la práctica está asumiendo la estrategia económica de estas instituciones supranacionales. Una estrategia que es ante todo ideológica, es decir, que persigue un determinado modelo de sociedad. Concretamente un modelo de sociedad donde el orden social se recompone a partir de un empobrecimiento de la mayoría de la población y en beneficio de determinadas minorías (grandes fortunas) vinculadas a la propiedad del capital financiero (bancos) y el gran capital productivo (grandes empresas). Es decir, estamos asistiendo a una recomposición de las clases sociales en nuestro país.
La estrategia tiene un objetivo y dos principios fundamentales. El objetivo es recuperar el crecimiento económico para poder volver a generar empleo a cualquier precio. Los principios son la austeridad y las reformas estructurales. A su vez todas las medidas económicas se pueden estructurar en tres ejes: la consolidación presupuestaria, la confianza en los mercados internacionales de deuda y la reestructuración de los fundamentos económicos. Este planteamiento sistemático adolece de errores tan graves que podemos asegurar que es una estrategia suicida, porque no responde a los problemas reales de la economía y de hecho consigue agravarlos. Las consecuencias económicas y sociales serán brutales.

19 de agosto de 2012

Entendiendo la relación entre salarios y beneficios en el caso real de España


Alberto Garzón Espinoza – Consejo Científico de ATTAC España
18 agosto 2012
En la tercera parte de la serie “introducción a la economía capitalista” vimos de forma abstracta cómo se relacionaban los salarios, los beneficios, la productividad y los precios. Más tarde pusimos un ejemplo ficticio para ver cómo en una empresa se podrían encontrar también esas relaciones, haciendo abstracción de otras variables. Ahora vamos a ver un ejemplo real agregado: la economía española.
Como hemos venido diciendo, el valor añadido de una economía es la suma de los beneficios y los salarios. Esto quiere decir que el PIB puede descomponerse en una parte salarial y en otra parte para los beneficios empresariales (los cuales servirán para reparto de dividendos, pago de intereses, reinversión y pago a otras rentas). Si lo hacemos así se llama PIB al coste de los factores. No obstante, hay una forma más completa de ver cómo se distribuye la renta y es a través de la descomposición del PIB a precios de mercado. Aquí además de la participación salarial (que incluye salarios y cotizaciones sociales) tenemos la participación de los beneficios (que incluye a las rentas mixtas, que son normalmente autónomos) y a los impuestos netos a la producción (lo que el Estado retrae de la producción menos lo que otorga como subvención). La evolución reciente de estos componentes ha sido la siguiente:
Como vemos, la participación salarial era a comienzos del año 2000 del 50%, la de los beneficios del 40% y la de los impuestos del 10%. Ello quiere decir que si en nuestra economía sólo hubiera una empresa ese empresario se quedaría 40 céntimos de cada euro generado, el trabajador 50 céntimos y el Estado recaudaría 10 céntimos. Doce años después la cosa ha cambiado y ahora la participación de los beneficios supera a la participación salarial, mientras que la participación de los impuestos se mantiene relativamente estable. Hoy y en plena crisis de cada euro de renta generada el empresario se queda 46’6 céntimos, el trabajador 45’5 céntimos y el Estado 7’84 céntimos. Hay que insistir en la agregación que esto supone: no todos los trabajadores participan en la renta igual ni tampoco todos los empresarios/autónomos.

18 de agosto de 2012

La ausencia de democracia


Pijus Economicus


Cuando deviene la crisis económica, y empeoran las condiciones materiales de vida de la población, es natural que se exija a las instituciones políticas una respuesta que consiga detener ese proceso. Eso es lo que ha pasado en España en los últimos años. Sin embargo, la sensación generalizada es que en este tiempo estas instituciones políticas no han sido capaces, o no han querido, dar una solución al problema. Como respuesta, instintivamente la población las declara inútiles e ineficaces. Es ahí precisamente donde encontramos la explicación fundamental de la creciente desafección por la política y sus instituciones. La política institucional es considerada una herramienta no válida para poder dar soluciones a problemas tan acuciantes como el desempleo, los desahucios y el hambre. Se cuestiona a las instituciones políticas y se cuestiona la democracia.
No obstante, el problema nace en considerar que realmente vivimos en una democracia. Nada más lejos de la realidad. Vivimos en una democracia aparente, en una ilusión política a la que hemos convenido en llamar democracia. Porque el poder, en esencia, no se encuentra en las instituciones políticas para las cuales elegimos a nuestros representantes. El poder está más allá, descontrolado, irresponsable y privado. El poder está en el dinero, en esas grandes empresas y grandes fortunas –a las que a veces llamamos mercados- que son capaces de doblegar los intereses de los parlamentos nacionales a través del chantaje y la extorsión. El poder real es fundamentalmente poder económico, y éste último no está sujeto a elección ninguna. Manda quien más tiene y no quién más votos recibe.

16 de agosto de 2012

Un símbolo de dignidad


Alberto Garzón – Consejo Científico de ATTAC España
15 agosto 2012
El martes un grupo de trabajadores del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) entró de forma organizada en dos grandes superficies y se llevó sin pagar un importante número de productos de primera necesidad, con objeto de repartirlos entre los más necesitados. Como consecuencia, el ministerio del Interior ha ordenado ya la detención de los responsables. Varios días después podemos confirmar, a mi juicio, que la acción del SAT ha sido un completo éxito.
Comencemos por el contexto social. Según UNICEF en España un 17’1% de los niños están bajo el umbral de la pobreza, mientras que Acción contra el Hambre denuncia que un 25% están desnutridos. Al mismo tiempo 2 millones de españoles se beneficiarán de las ayudas que la Comisión Europea ha enviado este año –con un total de 67 millones de kilos de comida- para combatir el hambre en nuestro país. A nadie se le escapa que las organizaciones solidarias han visto dispararse sus necesidades para poder atender con eficacia a una población crecientemente empobrecida.
A pesar de lo apuntado arriba es obvio también que en nuestro país no falta comida, ni tierras fértiles ni medios técnicos con los que paliar el hambre. Lo que sí falta es voluntad política que se atreva a enfrentar las desigualdades de riqueza y renta. Y lo que sobre todo falta es que se cumpla la constitución española y su artículo 128.1, el cual declara que “toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”. Y la acción del SAT ha logrado precisamente poner esto de relieve, marcarlo en la agenda, y lo ha hecho siguiendo la máxima libertaria de Emna Goldman, que instigaba a los trabajadores con la siguiente proclama: “pedid trabajo, si no os lo dan, pedid pan, y si no os dan ni pan ni trabajo, coged el pan“.

12 de agosto de 2012

Para comprender la relación entre salarios y beneficios


Pijus Economicus


Uno de los temas más apasionantes de la economía, pero a la vez también más complejo, es el que se refiere a la distribución de la renta. No en vano se trata del elemento clave en el funcionamiento de una economía capitalista, razón por la que desde los clásicos (Smith, Ricardo, Marx…) se ha estudiado como centro de las reflexiones. En este blog lo hemos tratado mucho, si bien ahora me interesa mostrar un ejemplo que sirva para entenderlo mejor.
Primero unos conceptos rápidos para quien no esté familiarizado con los indicadores económicos. Como sabemos, el valor monetario de la riqueza que se genera en un país se mide a través del Producto Interior Bruto (PIB). Este indicador puede descomponerse en dos partes: los beneficios empresariales y los salarios. Esto no es ni más ni menos que la agregación del comportamiento individual en las empresas. Hay un ejemplo habitual que sirve para ilustrar esto y que describo y dibujo al final del post. Lo importante es quedarse con el hecho de que el Producto Interior Bruto puede descomponerse en la suma del valor añadido por ramas o, alternativamente, en la suma de la distribución entre salarios y beneficios.

5 de agosto de 2012

La crisis del régimen


Pijus Economicusagosto 4, 2012 by Alberto Garzón Espinosa
El sistema político español está padeciendo una crisis de enorme envergadura que se manifiesta en múltiples y muy variadas formas, si bien la mayoría de ellas se pueden sintetizar en la creciente y acelerada desafección sobre los representantes y las instituciones políticas. Este particular sentimiento antipolítico pareciera haberse instalado de forma sólida en nuestra forma de pensar colectiva.
No obstante, los trabajadores españoles, junto con todos aquellos que desean serlo y no pueden, revelan a través de sus opiniones y acciones que están hartos de un problema estructural más que de uno puntual. El movimiento 15M ya puso con claridad esta cuestión encima de la mesa: no se reclamaban demandas concretas en una determinada coyuntura sino que la acción era sencillamente elevar un grito de frustración en relación al contexto socioeconómico en su conjunto. El objetivo era refundar el mundo reuniéndose en las plazas donde se construirían los mapas y las guías con las que lograrlo. Se trataba de un bello estallido espontáneo, emocional e incontenible que ponía en cuestión todo el orden establecido.

30 de julio de 2012

Las comunidades autónomas en el ojo del huracán





Desde que comenzó la crisis económica, cuya manifestación más evidente es la desbocada tasa de desempleo, la ciudadanía y los partidos políticos están buscado culpables. Entre los economistas se han sucedido múltiples acusaciones, desde las que responsabilizan al capitalismo hasta quienes aseguran que la causa es el supuesto sobredimensionamiento del Estado de Bienestar, pasando por las teorías sobre las ausencias regulatorias o las distorsiones en el mercado laboral. Pero entre los factores no estrictamente económicos ha destacado la crítica a algunas instituciones específicamente españolas como son las comunidades autónomas y la administración territorial en general. Lo que pretendo hacer en esta ocasión es analizar brevemente qué fundamento económico existe (o no) detrás de dicha acusación.
Dejando de lado algo tan importante como el rol político que han jugado las Comunidades Autónomas en la historia de España,  que no puede obviarse pero que no es motivo de esta nota, es imprescindible comenzar con una explicación del funcionamiento financiero de las Comunidades Autónomas. Desgraciadamente es algo que la mayoría de la población desconoce.

28 de julio de 2012

La crisis del capitalismo


Alberto Garzón Espinosa

A veces parece que el concepto de capitalismo ha escapado de nuestro vocabulario. De hecho, entre los economistas no es hoy una palabra habitual ni en las intervenciones públicas ni en los debates privados. Ni siquiera los sindicatos, la mayoría de los cuales se definen como "de clase", mencionan la bicha. Es más, me consta que estos últimos incluso han obligado a sus trabajadores, y en no pocas ocasiones, a modificar sus informes públicos con el fin de usar palabras más modernas con las que referirse a nuestro sistema económico. Reflejo todo ello de que una falsa ilusión, la de que estábamos instalados en "el fin de la historia", embriagó a casi todo el mundo durante décadas.
Sin embargo, y de forma inevitable, la crisis actual ha vuelvo a relanzar el concepto; a ponerlo en su sitio. Ahora, ya sí, se reconoce públicamente que vivimos en una economía capitalista. Incluso algunos han llegado a anunciar, no sin ingenuidad, la refundación del propio capitalismo, como es el caso del que fuera presidente francés Nicolás Sarkozy.
Este sistema económico está en crisis y, por ende, nosotros estamos en crisis. Los empleos se pierden, los salarios bajan -si bien no los de todos-, y la pobreza y miseria se extienden por las ciudades. Desde el punto de vista técnico sobran empresas y sobran trabajadores, de modo que tenemos empresas sin producir y trabajadores sin trabajar. Son las manifestaciones propias de una crisis capitalista. La crisis irracional de un sistema irracional, como diría David Harvey.
Si aceptamos, por fin, que vivimos en un sistema económico capitalista no tenemos más remedio que asumir que operamos bajo sus leyes y su lógica. Y eso significa que el motor de la economía es la ganancia y, más concretamente, un indicador conocido como tasa de ganancia. Dicho indicador mide la rentabilidad de cualquier operación económica, de modo que es utilizado con frecuencia por las empresas a la hora de tomar decisiones de inversión. A nadie le gusta invertir mil euros y ganar ochocientos. Pero ese indicador también refleja las oportunidades que tiene el capitalismo de seguir creciendo, de seguir extendiéndose ad nauseam.
La crisis actual revela que el capitalismo enfrenta una crisis de rentabilidad [1], lo que se manifiesta en las formas ya comentadas. Las empresas no quieren invertir porque no ven oportunidades de negocio (la tasa de ganancia es insuficiente) y por lo tanto no contratan trabajadores. Al no contratar trabajadores el problema empeora y la crisis se agudiza.
La solución, dentro del sistema, es sencilla: hay que encontrar nuevos espacios de rentabilidad. Y hay dos formas generales de conseguirlo.
La primera es incrementar la capacidad de demanda de los trabajadores, de modo que sean suficientemente ricos para que a las empresas les interese invertir (la tasa de ganancia sea suficiente). En el actual marco regulatorio, con una globalización económica y financiera neoliberal que conlleva un incremento de la competencia frente a países de bajos salarios, parece una opción imposible. Además, enfrentaría otros problemas añadidos y de notable importancia, destacándose la cuestión de la insostenibilidad del modelo de producción y consumo en términos ecológicos.
La segunda es, dentro del marco regulatorio actual, encontrar nuevos espacios de rentabilidad a partir de la destrucción de la esfera de lo público. Acumulación por desposesión o privatización, formas distintas de llamar a lo mismo. Ello significa que los colegios, institutos y hospitales públicos pasan a la esfera privada y se convierten en negocios. El capital privado, detenido por la crisis, encuentra una vía de recuperación a partir del troceo y reparto del Estado de Bienestar. Pero es otra vía muerta, puesto que además del drama social hay que enfrentar un proceso de estancamiento permanente como consecuencia de la insuficiente demanda (¿a quién vender?).
La segunda opción descrita es la vía que ha tomado la derecha económica, sabedora de que representa a los principales beneficiarios de ese proceso. La vieja socialdemocracia, por el contrario, se mantiene a la ingenua espera de que cambie el marco regulatorio y se permita aspirar a una salida humana dentro del sistema capitalista.
Descartando ambas opciones encontramos una alternativa, esta vez fuera del sistema. El reconocimiento de los límites ecológicos y de la naturaleza depredadora del capitalismo, que visualizamos actualmente con mayor intensidad, permite albergar la esperanza de una gestión económica diferente. Una gestión donde es imprescindible el control público y democrático de las grandes empresas y del conjunto del sistema financiero, anulando de esa forma el criterio de la rentabilidad, y un modelo de producción y consumo donde el empleo de recursos sea coherente con los recursos que podemos obtener de la naturaleza. En términos ecológicos no se trata de una opción, sino de una imposición externa. En términos sociales, y si queremos evitar la degradación social de la ciudadanía, también.
Por eso es lógico y sensato declararse anticapitalista. Precisamente porque se ha comprendido, y desde luego no se niega su existencia, al capitalismo.

NOTA:
(1) Sin que esto signifique que necesariamente la caída de la rentabilidad precede a la crisis.

¿Sobran políticos?


27 julio 2012
Alberto Garzón Espinosa – Consejo Científico de ATTAC España
Desde que comenzó la crisis es creciente un sentimiento que responsabiliza a políticos, funcionarios y sindicalistas de la crisis o, al menos, de ser un obstáculo a la salida de la misma. Este sentimiento hunde sus raíces en la percepción, más o menos generalizada, de que son sectores privilegiados en comparación con el resto. Pero, ¿hasta qué punto tiene sentido hacer tales afirmaciones?
En los últimos meses, por ejemplo, ha circulado por internet el rumor de que en nuestro país hay casi medio millón de políticos. La fuente era una página web sensacionalista que, sencillamente, se inventó los datos. En realidad, y según los datos aportados por el Estado, hay un total de 73.500 políticos, incluyendo en esta suma a senadores, diputados provinciales, autonómicos y del congreso, concejales y alcaldes. Por otra parte, en general tampoco parecen los políticos muy caros a juzgar por el hecho de que el 90% de los concejales españoles no cobra remuneración alguna por serlo.

22 de julio de 2012

Explicando económicamente la insensata estrategia de la troika y Rajoy

Pijus Economicus


Podemos perfectamente considerar que el gobierno de Rajoy es un gobierno vasallo que se limita a obedecer el dictado de la llamada troika -Banco Central Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional-, lo que significa que en la práctica está asumiendo la estrategia económica de estas instituciones supranacionales. Una estrategia que es ante todo ideológica, es decir, que persigue un determinado modelo de sociedad. Concretamente un modelo de sociedad donde el orden social se recompone a partir de un empobrecimiento de la mayoría de la población y en beneficio de determinadas minorías (grandes fortunas) vinculadas a la propiedad del capital financiero (bancos) y el gran capital productivo (grandes empresas). Es decir, estamos asistiendo a una recomposición de las clases sociales en nuestro país.
La estrategia tiene un objetivo y dos principios fundamentales. El objetivo es recuperar el crecimiento económico para poder volver a generar empleo a cualquier precio. Los principios son la austeridad y las reformas estructurales. A su vez todas las medidas económicas se pueden estructurar en tres ejes: la consolidación presupuestaria, la confianza en los mercados internacionales de deuda y la reestructuación de los fundamentos económicos. Este planteamiento sistemático adolece de errores tan graves que podemos asegurar que es una estrategia suicida, porque no responde a los problemas reales de la economía y de hecho consigue agravarlos. Las consecuencias económicas y sociales serán brutales.

Hay que hacer notar que el objetivo es consecuente con las preocupaciones de la población española, ya que sufrimos una tasa de paro  del 24’44%. Ahora bien, detrás de la estrategia para lograr dicho objetivo hay una teoría económica (la teoría neoclásica) que está basada en el pensamiento neoliberal y según el cual los problemas de desempleo se derivan de un mal funcionamiento del mercado de trabajo, los problemas de competitividad -y crecimiento económico- se deben a salarios relativamente altos y los problemas de confianza de los mercados y financiación de la economía real se deben a un exceso de gasto público y deuda pública. Y sobre esos dogmas económicos diseñan sus estrategias y medidas económicas.
No puedo dejar de señalar que esta estrategia de la troika es compartida obviamente por el Partido Popular, pero también por el Partido Socialista. Obsérvese que fue el PSOE quien reformó la constitución, junto con el PP, para institucionalizar la consolidación presupuestaria y otorgar un rol prioritario a la confianza de los mercados (y que parece el tronco de su pensamiento, como se deduce de las declaraciones de su vicepresidenta). Asimismo también fue el PSOE quién aprobó una reforma laboral en contra de los sindicatos y la izquierda y quien comenzó a obedecer a la troika recortando en componentes clave de la economía.
Desgraciadamente esta estrategia tiene efectos que podemos observar ya en las economías griega y portuguesa. En primer lugar, la austeridad y los intentos de consolidación fiscal deterioran el crecimiento económico y destruyen empleo. Hasta 2011 la locomotora de débil crecimiento era la inversión pública, y desde los recortes la economía va en picado hacia la Gran Depresión. La estrategia adecuada tiene que venir de la mano de estímulos económicos que sean financiados por las instituciones europeas y por reformas fiscales altamente progresivas, pero la troika no quiere hablar de ello por los efectos redistributivos que tendría (desde los ricos hacia los pobres).
La fe de la troika y el gobierno de Rajoy está puesta en el hipotético éxito de las reformas estructurales. Basándose en la citada concepción neoclásica según la cual el problema de las empresas y de la competitividad española es de tener un alto coste salarial, lo que buscan es aprobar reformas del mercado de trabajo que reduzcan los salarios. El FMI lo reconoció abiertamente el mes pasado en su informe sobre España. Creen que bajando los salarios las empresas podrán bajar el precio de sus productos y siendo España más competitiva vía precio volverá el crecimiento económico (en un escenario laboral, eso sí, de mayor precariedad y flexibilidad). Lo cierto es que esta táctica hace aguas por todas partes. Ni los costes son determinantes de la competitividad (en España se da la conocida Paradoja de Kaldor) ni el desempleo es un problema salarial (lo es de demanda). Además, en la medida que la demanda cae también se deterioran las empresas de la economía nacional mientras se van salvando de la quema las grandes empresas exportadoras -al menos mientras la demanda internacional se mantenga.
Por todo ello los intentos de dar confianza a los mercados son absolutamente vanos. A los mercados (los acreedores de la deuda privada y pública) no les interesa otra cosa que la rentabilidad, y ésta solo es posible mientras la actividad económica se mantenga. Dado que la austeridad y las reformas estructurales fracasan y empeoran la capacidad del Estado y sujetos económicos privados de devolver sus deudas, los mercados acentúan su presión. Algo que además se agrava por el hecho de que no se controlan las actividades especulativas en los mercados de deuda pública. Por eso la prima de riesgo crece a pesar delos recortes.
Los problemas reales de la economía española y la estrategia adecuada
Si lo que queremos es volver a generar crecimiento económico lo que tenemos que hacer es preguntarnos por qué se ha estancado el ciclo del capital y por qué las empresas no están contratando trabajadores. En España tenemos problemas estructurales derivados de un modelo productivo agotado -y que ha mantenido la economía virtualmente durante una década- y problemas coyunturales debidos a las políticas de ajuste neoliberal.
El problema estructural sólo puede resolverse con un cambio del modelo productivo, detectando los sectores exportadores en los que hay espacios de negocio y que sean compatibles con la lucha ante la crisis ecológica y refortaleciendo la demanda interna a partir de procesos de redistribución de la renta y riqueza. Será un proceso largo que conllevará la necesidad de nacionalizar sectores estratégicos -las grandes empresas que presten servicios básicos (sanidad, educación, energía, finanzas)- y que tampoco se materializará en dos días. Se puede decir que España ha de encontrar su lugar en el mundo, y esto dependerá a su vez de la dinámica de la Unión Europea (el plan A sería una estrategia europea en este sentido, y el plan B una alianza entre países europeos que compartan problemas económicos).
El problema coyuntural requiere atender a las demandas de las empresas españolas, y que no son los que el gobierno pretende hacer ver. Basta ver los datos estadísticos del BCE obtenidos en la memoria 2012 del Consejo Económico y Social. El principal problema de las empresas españolas es la falta de demanda, lo que significa que hay que distribuir rentas y riqueza y hacer planes de inversión pública bien diseñados. Eso es así porque los ricos consumen proporcionalmente menos que los más pobres, de modo que un proceso de redistribución conllevaría incrementos del consumo total y por lo tanto de las ventas de las empresas -lo que dinamizaría el empleo. El segundo problema es la falta de financiación, que no está llegando porque los bancos tienen enormes agujeros financieros que están siendo tapados con dinero público -a través de falsos rescates como el impuesto por el memorándum-, y que se resolvería con una banca pública bien consolidada y con liquidez financiada desde el Banco Central. El resto de problemas son de orden menor. Por ejemplo, el problema en España no es ni de cualificación laboral, ni de regulación, ni de coste salarial (salvo, quizá, en algún sector muy presionado por la competencia). Esos son problemas falsos que crea el gobierno y la troika para justificar su estrategia y el desmantalamiento del Estado del Bienestar.

En definitiva, sí hay alternativas a este desastre económico. La crisis hay que pagarla porque el ajuste capitalista lo exige, pero la cuestión política está en quién lo paga. Ahí es donde entra la política y el enfoque de clases sociales. Las alternativas no son gratis pero son las que nos pueden permitir escapar del abismo al que inevitablemente nos conducen la troika y sus vasallos.

16 de julio de 2012

¿Impuestos directos o indirectos? Un dilema económico de clase


Pijus EconomicusEl gobierno ha subido recientemente el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) a instancias de la troika y siguiendo las directrices clásicas de subir la tributación indirecta. Esta práctica, muy alabada por los liberales, tiene enormes consecuencias negativas sobre la capacidad adquisitiva de la población y sobre la redistribución de la renta. Voy a intentar exponerlo de forma sencilla en este post.
La dinámica capitalista es, por definición, generadora de desigualdad. Desde el punto de vista marxista esto es debido a la pauta de explotación en la distribución de la renta y desde el punto de vista más convencional porque la desigualdad es necesaria para avanzar económicamente. La tesis neoclásica –teoría económica que justifica las políticas neoliberales- entiende que esa desigualdad es necesaria y que la economía generará un “trickle down” o efecto goteo que hará que todos los ciudadanos se beneficien del proceso de crecimiento aunque exista desigualdad. No obstante, el Estado dispone de mecanismos para corregir la desigualdad creciente.
El principal mecanismo de este tipo es el sistema fiscal, que si está bien diseñado permite que se realice una redistribución de la renta desde las unidades económicas más ricas hacia las unidades económicas más pobres, a través de canales como los servicios públicos o las transferencias monetarias.
A partir del diseño del sistema fiscal el Estado obtiene ingresos con los que financiar sus políticas de redistribución de la renta, y de todos ellos los más importantes son los impuestos y las cotizaciones sociales. En 2011 ambos conceptos sumaron el 88’3% de los ingresos totales del Estado, pero en 2012 y como consecuencia de la caída en los impuestos el total sumado es de 77’8%. La caída en los impuestos prevista en los Presupuestos Generales de 2012 es del 17%, aunque seguramente sea mucho mayor, lo cual es debido a la crisis económica y el efecto que genera en los distintos impuestos.
Los impuestos también pueden diseñarse de diferentes formas, con efectos fiscales y redistributivos muy distintos en función de dicho diseño. Los impuestos pueden clasificarse en dos tipos, directos e indirectos, y definirse por su efecto sobre la justicia fiscal a partir de tres tipos: progresivos, proporcionales y regresivos.
Los impuestos directos son aquellos que se aplican sobre la manifestación directa de la riqueza, es decir, sobre el ingreso recibido por el individuo o empresa y sobre el patrimonio que cada uno tiene (casas, viviendas, etc.). Los impuestos indirectos, en cambio, se aplican sobre la manifestación indirecta de la riqueza, como puede ser el consumo. Ejemplos de impuestos directos son el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y el Impuesto de Sociedades (IS), mientras que ejemplos de impuestos indirectos son el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA).
En términos de justicia fiscal es más justo subir los impuestos directos porque tienen en cuenta directamente la riqueza original y no su manifestación indirecta. Es decir, los impuestos indirectos se aplican a todas las personas por igual sin atender a que ganen más o menos (por ejemplo paga lo mismo en IVA sobre compresas la mujer rica que la mujer pobre).
Pero en la configuración y diseño de cada impuesto hay que tener en cuenta cómo se hace para determinar cuánto se paga. Si todos pagan el mismo porcentaje de impuestos se dice que es un tipo proporcional. Si todos pagáramos el 20% de nuestro salario, los ricos pagarían más que los pobres porque se les aplicaría el mismo porcentaje sobre una cantidad mayor. Sin embargo, no es un modelo justo y por esa razón no es el modelo vigente en España. No obstante, es el modelo preferido por los liberales y en los últimos años ha sido defendido por sectores importantes del PSOE (baste ver el artículo que escribió en 2006 el entonces ministro Miguel Sebastián [1]).
Afortunadamente la constitución española exige que los impuestos sean progresivos, es decir, que pague más quien más tiene pero no sólo en cantidades absolutas (como ocurre con el tipo proporcional) sino también en el porcentaje de gravamen aplicado. Para hacerlo se estructuran tramos de renta, de modo que por ejemplo de 0 a 20.000 euros en ingresos no se pagan impuestos, de 20.000 a 30.000 euros se paga un 15%, de 30.000 a 40.000 un 20%, etc. Eso hace que en teoría los más ricos tienen que pagar un porcentaje de impuesto mayor (llamado tipo efectivo).
Si el sistema está bien diseñado y la cantidad de impuestos directos es mayor a la de indirectos y además son lo más proporcionales posibles, los mecanismos de redistribución de la renta del Estado pueden funcionar con éxito. Esto es así porque el Estado obtiene ingresos fundamentalmente debidos a los más ricos, y sin embargo utiliza esos ingresos para pagar servicios públicos de los que se benefician sobre todo los más pobres. Es una forma de hacer justicia a través de un sistema fiscal solidario.
Sin embargo y desgraciadamente en la práctica esto no funciona así. En las últimas décadas tanto el Partido Popular como el Partido Socialista han bajado los impuestos directos, reduciendo la fuerza solidaria del sistema e introduciendo debilidades graves que han hecho que el Estado esté subfinanciado. A los más ricos les interesa acabar con el sistema fiscal actual porque si lo consiguen no se verán obligados a pagar los servicios públicos a los más pobres, de modo que los partidos que han representado a los ricos han facilitado las llamadas rebajas fiscales (bajadas de impuestos a los más ricos, tanto individuos como empresas). El PSOE llegó a retirar el Impuesto de Patrimonio, asegurar que bajar impuestos era de izquierdas e incluso a pedir, como hemos señalado, que se instaurara un tipo proporcional en vez de mantener tipos progresivos.
Todo ello debilitó la eficacia del sistema fiscal, lo que se sumó a las enormes fallas que existían debido a los paraísos fiscales y el fraude fiscal. España es, de hecho, la décima potencia mundial en fraude fiscal, con una estimación de un 22’5% de economía sumergida[2]. Se pierden, por la vía de la evasión fiscal, más de 100.000 millones de dólares en ingresos potenciales. Una cantidad muy superior a la que se exige como recortes en sanidad y educación. Además, según los técnicos de Hacienda las grandes empresas y las grandes fortunas son responsables de más del 70% del fraude fiscal, el cual cuantifican en 40.000 millones de euros[3]. A todo ello hay que sumarle las prácticas de elusión fiscal, es decir, de aquellas estrategias legales de planificación fiscal que se aprovechan de las diferencias en las legislaciones entre países para no pagar apenas impuestos[4]. Todo ello significa que, en la práctica, nuestro sistema fiscal es profundamente regresivo.
Es decir, que en la práctica y tanto por la acción como por la pasividad de los gobiernos españoles, nuestro sistema fiscal no corrige la desigualdad sino que de hecho la aumenta. Y desgraciadamente además de empobrecer a la mayoría de la población y deteriorar el crecimiento económico por la disminución de la demanda agregada, las últimas medidas del gobierno no hacen sino agudizar la desigualdad, con el agravante de que sigue vigente la amnistía fiscal a los grandes evasores.


[1]M. Sebastian (2007): “El tipo único es más justo y eficiente”, publicado en Diario El País, 3 de noviembre de 2007 y disponible en: http://elpais.com/diario/2007/11/03/opinion/1194044411_850215.html 
[2]Tax Justice Network (2011): “The cost of tax abuse”, disponible en:http://www.tackletaxhavens.com/Cost_of_Tax_Abuse_TJN_Research_23rd_Nov_2011.pdf 
[3] La Vanguardia (2011): “Técnicos de Hacienda calculan que las grandes empresas defraudan más de 42.700 millones al año”, disponible en http://www.lavanguardia.com/20110809/54198249312/tecnicos-de-hacienda-calculan-que-las-grandes-empresas-defraudan-mas-de-42-700-millones-al-ano.html 
[4] Garzón, A. (2011): “Paraísos fiscales en la globalización financiera”, disponible en http://www.historia-actual.org/Publicaciones/index.php/haol/article/view/622/516 

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"La información ya no tiene relevancia"

Estos últimos años se han hecho públicas informaciones de todo tipo que deberían haber dañado la estructura del Sistema hasta sus mismísimos cimientos y sin embargo la maquinaria sigue intacta, sin ni tan solo un arañazo superficial. Y esto pone de manifiesto un hecho extremadamente preocupante que está sucediendo justo ante nuestras narices y al que nadie parece prestarle atención. El hecho de que SABER LA VERDAD YA NO IMPORTA.

Parece increíble, pero los acontecimientos lo demuestran a diario. La información ya no tiene relevancia.

Nuestro cerebro se ha convertido en un drogadicto de la información rápida, en un yonqui ávido de continuos chutes de datos que ingerir, a poder ser pensados y analizados por cualquier otro cerebro, para no tener que hacer el esfuerzo de fabricarnos una compleja y contradictoria opinión propia. Porque odiamos la duda, pues nos obliga a pensar, ya no queremos hacernos preguntas, solo queremos respuestas rápidas y fáciles. Somos y queremos ser antenas receptoras y replicadoras de información, como meros espejos que rebotan imágenes externas, pero los espejos son planos y no albergan más vida en ellos que la que reflejan proviniendo del exterior.

Para emprender una transformación profunda de nuestro mundo, para iniciar una auténtica Revolución que lo cambie todo y nos lleve a una realidad mejor, deberemos descender hasta las profundidades de nuestra psique, hasta la sala de máquinas, donde están en marcha todos los mecanismos que determinan nuestras acciones y movimientos. Ahí es donde se está dirimiendo la auténtica guerra por el futuro de la humanidad. Nadie nos salvará desde un púlpito con brillantes proclamas y promesas de una sociedad más justa y equitativa, nadie nos salvará sólo contándonos la supuesta verdad, ni desvelando los más oscuros secretos de los poderes en la sombra.

Es pura lógica: No hay revolución posible sin una transformación profunda de nuestra psique a nivel individual, porque nuestra mente está programada por el Sistema. Y por lo tanto, para cambiar ese Sistema que nos aprisiona, antes debemos desinstalarlo de nuestra mente.

http://economiazero.com/por-que-estalla-una-revolucion/

-- Todo lo que deberías saber sobre el Fracking --

--- La mayor estafa de la historia de España se llama Electricidad ---

-- Plataforma en Defensa de la Libertad de Información --

-- Casos Aislados --

La Ley es todo. Nuestras leyes nos retratan y definen lo que somos en convivencia

La Ley es todo. Nuestras leyes nos retratan y definen lo que somos en convivencia
En el año 1985 un drástico cambio legislativo atribuyó al Parlamento la elección de todos los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)

--- Las empresas del IBEX35 bajo lupa ---

El paro y la precariedad no son problemas individuales, son problemas colectivos

-- Jean Ziegler - Vicepresidente de la ONU --

“No puede ser que en un planeta con los recursos agroalimentarios suficientes para alimentar al doble de la población mundial actual, haya casi una quinta parte de sus habitantes sufriendo infraalimentación”.

“La hambruna ya es una realidad en las banlieues parisinas y el pueblo español también está sufriendo la pobreza, como el resto de Europa”.

Los teóricos del neoliberalismo, “nos han hecho creer que hoy en día la austeridad es la única política posible, pero sólo se aplica a la clase trabajadora y nunca a los banqueros.

El neoliberalismo delictivo, “se cura con política”.

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-- Compromiso de todos --

-- Olivier de Schutter - Relator de la ONU --

“Con la comida que se tira podrían alimentarse 2.000 millones de personas”

”La mitad del cereal producido en el planeta es para satisfacer la demanda de consumo de carne. Hay un sobreconsumo de carne absolutamente insostenible”

http://esmateria.com/2014/04/25/con-la-comida-que-se-tira-podrian-alimentarse-2-000-millones-de-personas/

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-- El beneficio de los alimentos naturales --

*** Parada obligatoria ***