27/8/2015
Antonio Maestre
"Los sucesivos gobiernos han premiado a muchos políticos con puestos diplomáticos bien remunerados para los cuales no estaban capacitados"

El nombramiento de José Ignacio Wert como embajador de España en la OCDE ha vuelto a revelar la existencia de unos retiros de lujo para cargos públicos como premio a los servicios prestados. En su nuevo destino, el polémico ex ministro de Educación y Cultura
percibe 10.000 euros al mes más gastos de representación, reside en un piso de 500 metros cuadrados en la zona más exclusiva de París y dispone, además, de coche oficial con chófer.
Pero Wert no ha sido el primer ex alto cargo en ser recompensado con este puesto de trabajo. En 2008, el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero nombró a Cristina Narbona, entonces titular de la cartera de Medio Ambiente, máxima responsable de la embajada española en la OCDE. Igual que Wert, Narbona carecía de carrera diplomática y su nombramiento fue puesto en duda por diversos sectores de la opinión pública, que alertaron sobre la falta de preparación para el puesto de la ex ministra.
Lo mismo sucedió años antes con la diputada del PP Elena Pisonero, ex directora de gabinete del ministro Rodrigo Rato. Tras ocupar diversos puestos en la Administración, en el año 2000 recaló como embajadora en la OCDE, donde permaneció cuatro años. Su antecesor en el cargo fue el economista José Luis Feito, quien en 2012, como responsable de Economía de la CEOE, afeó a los parados españoles que no buscaran trabajo “aunque fuese en Laponia”.
Otro hecho constatable es que diversas personalidades han usado en los últimos años la OCDE como trampolín hacia la empresa privada. En algunos casos, las puertas giratorias han funcionado casi de manera inmediata. Es lo que sucedió, por ejemplo, con Fernando Ballesteros, quien comenzó a trabajar como secretario general de France Telecom España (Orange) en el mismo mes de febrero de 2008 en que abandonó su puesto de embajador. O con la propia Pisonero, que hoy preside Hispasat.
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